VICENTE PÉREZ | Santa Cruz de Tenerife
El auto por el que el juez César Romero Pamparacuatro imputa al alcalde lagunero Fernando Clavijo, entre otros procesados, contiene un dardo envenenado al Gobierno de Canarias. Y es que nada menos que siete de sus 17 páginas las dedica el magistrado a dejar claro que si comunica ahora las imputaciones, a solo seis meses de las elecciones, no es achacable a su dilación, sino a la falta de respuesta de la Consejería de Justicia a sus reiteradas peticiones de un escáner para digitalizar más de 8.000 folios. Aún a fecha del 13 de noviembre pasado quedaban por escanear 80.000 documentos incautados en los registros domiciliarios y expedientes administrativos que componen las piezas separadas de este proceso.
Una explicación que ayer no convenció al secretario general de CC, José Miguel Barragán, para quien se trata de una “excusa” del magistrado, pues “en los juzgados hay mecanismos para resolver esa situación si eso era imprescindible, con fórmulas de cooperación”. Añadió Barragán que “si esa justificación se intenta dar en bastantes folios del auto, va a tener que explicarse en otros tantos el juez si quiere convencernos de eso”.
Lo cierto en que el auto no ahorra los detalles de lo que parece una odisea. Así reitera una y otra vez que “si no se ha alzado el secreto de la actuaciones hace más de dos años, no lo es por causa imputable al Juzgado, como pudiera pensarse, sino pura y simplemente porque la Dirección General de Relaciones con la Justicia del Gobierno de Canarias no accedió, a pesar de los numerosos requerimientos y por razones no explicitadas, a dotar a este Juzgado de los medios básicos en el siglo XXI para desarrollar su labor”.
Y pone el togado el dedo en la llaga al advertir que se trata de “una causa en que unas de sus piezas separadas está relacionada con la corrupción y otra de ellas tiene por objeto diversos fraudes a la Seguridad Social por valor superior a 4 millones de euros”. Y, en efecto, Pamparacuatro relaciona hasta nueve peticiones escritas a la citada Dirección General a fin de que se le diese “un simple escáner de manera permanente hasta finalizar la diligencia”, pues “sólo había uno compartido para toda la provincia de Tenerife”.
El juez del caso, César Fernández Pamparacuatro. | DA
Pero es más, Pamparacuatro no duda en reseñar, con indisimulado sarcasmo, cuál fue la reacción de este departamento del Gobierno regional: “Desde la callada por respuesta, pasando por la tradicional de no existir la posibilidad de disponer de uno de esos modernos aparatos, la manifestada por la señora secretaria del director general de Relaciones con la Administración de Justicia de que no era motivo para molestar al ilustrísimo señor director general, o la que se supone debió de darse a la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), dado que solamente siete meses después es cuando se consiguió la colocación del escáner en el moderno palacio de Justicia de la Ciudad de Aguere”. Para más inri, según el auto, a mediados de junio de 2013 el dispositivo se llevó a Los Llanos de Aridane, y no fue hasta mayo de 2014 cuando se anunció que podría contar con uno de nuevo.
Todo ello lleva a reflexionar al juez que su reivindicación es justa, “salvo que se considere que los medios materiales que ha de disponer un Juzgado para investigar delitos de corrupción y de otros de especial complejidad con grave daño al bien público no merezcan o sean acreedores del importe o valor de un aparato que desde hace ya muchos años es de uso común incluso en la informática doméstica”.
“O, por el contrario”, prosigue Pamparacuatro, “la negativa o imposibilidad de dotar de dicho aparato obedezca a otro tipo de razonamiento que la Dirección General no ha explicitado y que a todas luces va en contra del compromiso público de dotar a los Juzgados y Tribunales de los medios necesarios para combatir la pandemia de la corrupción y el fraude organizado”.