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Más héroes bajo el aguacero

   

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Transcurren las semanas pero no decaen los ecos del aguacero que fustigó a la capital tinerfeña el pasado 19 de octubre. Como suele ocurrir en tragedias de estas características, lo primero es el recuento de daños y paliar en lo posible los estragos, pero de justicia resulta, con el tiempo, recabar los testimonios de aquellos que tuvieron conductas meritorias en el auxilio de los demás. Como ya ocurriera con la patrulla que se las vio y se las deseó al quedar incomunicada en una rotonda de Tres de Mayo, nuevamente es la Confederación Española de Policía (CEP) la que solicita por escrito a las autoridades el reconocimiento debido a otros dos policías nacionales que destacaron por su actuación, al punto que uno de ellos terminó con la fractura de ambos codos a cuenta del esfuerzo realizado en los rescates llevados a cabo.

La actuación de estos policías arranca cuando circulan de paisano en vehículo camuflado por la TF-1 y la lluvia se intensifica de tal manera que, en sentido sur a la altura de Barranco Hondo, el vehículo que le precedía pierde por completo la adherencia a la carretera, se golpea contra la valla de protección de la mediana, gira sobre si mismo varias veces y queda parado en la mitad de la vía con la parte delantera en sentido contrario a la marcha. En loable actitud, cruzan el patrulla para evitar que otros choches impacten contra el accidentado hasta que su conductor recupera el control del vehículo y lo saca de la vía.

Llegados a Santa Cruz se encuentran con el aguacero en pleno apogeo. En la calle de Hernández Afonso un río corre con fuerza y arrastra a dos personas por Buenos Aires abajo. Logran salvarlos: se trata de un anciano (que resulta malherido) y un infortunado rescatador del mismo. Sin tiempo para ponerlos a resguardo tienen que ayudar a una mujer embazada de seis meses con su hijo de seis años: todos ellos acaban en la Comisaría cercana bien guarecidos.

Al contactar con el 091 son enviados a San Andrés (conducen un todoterreno y uno de los funcionarios es conductor experto), donde aún no han llegado las emergencias y son los vecinos quienes luchan contra los elementos. Antes de llegar al pueblo pesquero visualizan en la plaza de España a un matrimonio de avanzada edad atrapados en su vehículo, dejando a ambos en zona segura resguardados de la lluvia y sus consecuencias.

Vadean (con el agua por las ventanillas) la vía de servicio junto a un camión de Bomberos y otro todo-terreno, éste de Protección Civil, los cuales van a iniciar el vadeo de la vía debido a la altura del agua inundada. Ya en San Andrés se suman al esfuerzo general, aunque uno de ellos empieza a sentir el fuerte dolor en ambos brazos: los tiene rotos. Acabó hospitalizado.