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La mediación – Por Andrés de la Vega Alcañiz*

   

Hoy voy en hablar de mediación. Es oportuno, es importante, y moderno, porque precisamente de ello hemos de ocuparnos, de modernizarla. De orígenes antiquísimos y muy extendidos en el mundo, es una de las conductas humanas más universales, más usadas, más ejercidas, resueltas y consumadas, satisfactoriamente siempre que ha sido realizada, con éxito, en parte o en todo e incluso, no logrado, resolviendo, intentando, perdurando y ultimando o no, pero siempre impulsada por los más nobles, sinceros y convencidos propósitos, deseos de hacer el bien, de ayudar, de armonizar, de acercar y acertar sobre posiciones, diferencias, distanciamientos, enemistades, y logrando equilibrios, soluciones, acuerdos parciales, totales, momentáneos, duraderos, permanentes y constantes. Y es que a la mediación, que quiere comenzar o quizá ya haya comenzado a ser ciencia, le ocurre y le ocurrirá como a otras muchas ciencias o muchas cosas; que se desgajan de otras, que se separan de aquellas con las que, sin duda, nacieron, viajaron, caminaron y se usaron por el hombre, con el hombre y para el hombre; perdón, así se decía antes, hace muchísimo tiempo, ni siquiera lo conocía, me parecía o lo oía… es muy antiguo, casi como los romanos u otros, incluso los primeros pobladores; pues lo que quiero decir es que nacieron de… la mujer, por la mujer, con la mujer y para la mujer. Y como trato de mediación, y ahora no me he de alargar, convencido, encantado y entusiasmado, digo que, aunque repito, realmente, como casi todo o, desde todos/as nacimos de la mujer, pero qué pasó después, qué sirvió y sirve para los dos, o sea -como diría…, el del libro, que ya se fue, digo él-. Aunque ya nacida, desgajada y modernizada, la mediación, a la que he aludido al principio no es lo que la mayoría hemos pensado al oír mencionarla, y particularmente el que os habla; entré en Mediación por error, por confusión y no lo digo así para que rime. Nos lo preguntan al comenzar un curso, por qué asistes a mediación; otros no sé, pero, en mi caso, como en el de otros abogados, que cursábamos juntos la muy desconocida actividad, dije, dijimos: Pues mire es que, como abogado, siempre me ha gustado, he preferido mediar entre las partes, y es mejor que un pleito, entendernos, mejor hacer que las partes se entiendan. Y de esta explicábamos que estábamos, algunos equivocados, como quizá otros que ahora lean. No eran, éramos los profesionales del derecho que, efectivamente, como en otras profesiones y actividades, podemos acertar en lo que es mediar, y así lo hacemos en realidad, pues se trata de algo sencillo, muy sencillo y fácil: ayudar a que dos o más partes se pongan de acuerdo en lo que sea, y mejor aún cuando se trata de problemas entre las expresadas. Y con estos simples mimbres, se ha configurado una reciente -para los que vivimos ahora- profesión. Así lo ha consagrado la Ley. Es posible que hubiera convenido darle otro nombre. Igual que le ocurre a otras mediaciones.
*ABOGADO