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Monago y Mas – Por Rafael Torres

   

Ya se le ha descubierto otra utilidad al Senado, aparte de la de servir de refugio o balneario a personajes como Bárcenas o Granados: agencia de viajes gratis total. El hallazgo se lo debemos a Monago, que como senador se hinchó a servir a España en la modalidad de viajar 32 veces a Canarias para ver a la novia a cuenta del Erario. Rajoy lo ve tan natural y tan puesto en razón que no solo no se lo ha afeado de la única manera que en política se pueden afear de veras estas cosas, expulsándole del partido y forzándole a dimitir de la presidencia de Extremadura, sino que fue en persona, no en plasma, a expresarle su adhesión en el aquelarre de Buenas Prácticas y Buen Gobierno (¡buen gobierno!) que montó el otro día el PP en Cáceres, no se sabe si para terminar de reirse de la gente. Pero todo lo útil que resulta para algunos el Senado, se torna en inútil, en estéril, si de lo que se habla es de votar cuando la ciudadanía o una buena parte de ella lo demanda. ¡Qué oportunidad perdida el 9N para averiguar, con todas las garantías que al simulacro de Mas se le han negado, qué quieren los catalanes, y cuántos exactamente quieren una cosa, y cuántos otra! Sabemos que el domingo votaron básicamente, en el curso de una jornada de civismo ejemplar, los partidarios de la independencia, unos dos millones, pero nos quedamos sin saber qué porcentaje representaría esa cantidad en el caso de que hubiera sido convocado a votar todo el mundo y con todas las de la ley. Porque no es lo mismo el 35% o un 45%, que, por ejemplo, un 70% o un 80% en un asunto tan sensible y tan transcendente como la secesión de Catalunya. Uno apostaría por una República Federal. En ella se acomodaría Catalunya perfectamente, pero nadie más, que uno sepa, propone eso.