Estos días nos hemos enterado de que, al menos, a dos políticos, les hemos estado pagando sus viajes para visitar a su amor. Al menos deberían haber tenido la decencia que da el estar enamorado de pagarse los viajes. La historia contada así, de esta forma, parece sacada de una película de Woody Allen. Pero no es así, es real y no tiene nada de fábula; vamos, que no hay nada novelado.
Dicho lo anterior, me tengo que preguntar ¿qué clase de juego es este?, ¿quién ha escrito el guión de nuestra reciente historia? No tiene sentido creer esta noticia, igual que tampoco tiene sentido los argumentos esgrimidos para defenderse de esa manera tan burda y poco ética que nos presentan estos caraduras que superan con exceso la novela picaresca del Siglo de Oro español.
Somos los españoles el único pueblo del mundo que tiene un género literario dedicado a la picaresca. De siempre me he preguntado a qué obedecía esa rara condición. La verdad es que no solo son los políticos los practicantes de la pícara condición, sino también la sociedad. Hay una pregunta que define claramente nuestra condición: ¿Lo quiere con IVA o sin él? Incluso, tenemos un caso muy significativo y clarificador de nosotros mismos. Cuentan que había alguien buscando una recomendación con el fin de que se publicara un artículo de opinión en el que, de forma abierta, criticaba a todos esos que andaban buscando recomendaciones para cualquier cosa. Aquello de “España es diferente” fue un eslogan de los 60, aplicable al turismo, pero lo cierto es que nos define, que da en el clavo y en ciertas ocasiones tenemos que hacer mutis por el foro, pues defender lo indefendible es de quijotes, y también algo de ello tenemos.
Días pasados, en este mismo medio escribía sobre la necesidad de un cambio constitucional, y es que a cada vuelta de página que le damos a este guión que nos ha tocado vivir, más y más veo el despotismo de la casta y el enredo en el que nos quieren hacer vivir. Como por ejemplo, imputar a medias a una infanta y quererle aplicar la doctrina Botín, y solucionar el entuerto de latrocinio, con un pago al erario en forma de multa y la devolución de parte de lo trincado.
La necesidad de una auténtica transparencia es por lo que se hace imperioso ese cambio constitucional, ese enterrar el viejo régimen y nacer con nuevos bríos a un sistema republicano con una democracia real y participativa, con unas instituciones totalmente aireadas y muy bien vigiladas y controladas, esa es una buena forma de evitar tentaciones.