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Podemos – Por Jorge Bethencourt

   

Cuentan que Caravaggio pintó un primer cuadro de la conversión de San Pablo camino de Damasco y que al recibir la visita de los clérigos, que venían a examinar su encargo, se encontró con que uno de ellos ponía cara de desagrado. El artista le preguntó si no le gustaba el lienzo y el obispo le indicó que le parecía incoherente que Pablo estuviera caído en el suelo, delirante ante la aparición de dios, mientras que el caballo y un soldado que lo sujetaba aparecían tan tranquilos. “No encaja”, le dijo el obispo. El pintor le replicó secamente: “Monseñor, dios se le apareció a Pablo, no a su caballo”. Me siento como el caballo del cuadro que hoy cuelga en la Basílica del Popolo. Cientos de miles de ciudadanos han caído derribados por el rayo luminoso de Pablo pero por mucho que lo mire no veo más que un tipo enormemente listo y comunicador que ha puesto el dedo en la llaga. La democracia está podrida, dice. Y hasta ahí de acuerdo. Los políticos corruptos le han dado la espalda a los ciudadanos. ¿Y cuál es el cambio? Más Estado. Más empleados públicos. Menos jornada laboral. Una renta universal para todos y todas por el hecho de ser ciudadanos… ¿Y todo eso con qué se paga? Con el dinero de los ricos y de las grandes empresas y dejando de pagar parte de la deuda del país. Y yo me pido, además, un Scalextric. Somos la escoba, dice Pablo, que barrerá los pecados del mundo. Te alabamos, señor. Podemos es el pueblo y los demás políticos la casta. Ellos son los limpios de corazón y los demás los fariseos. Ellos son el cambio, la catarsis, lo nuevo. Y lo demás lo viejo y gastado. El mismo cuadro de siempre. Una luz que baña al profeta elegido para salvar a la gran masa de borregos.