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Por favor, un ambientador – Por Claudio Andrada

   

En un país donde los nombres de las operaciones nada tienen que ver con los órganos del cuerpo humano ni con dolencia alguna, donde sus apellidos o casos siempre son inventados como Púnica, Gürtel, Palma Arena, etcétera; en ese mismo país irrespirable por la pestilencia de la corrupción, no todos hacen lo mismo para adecentar y limpiar la casa común que debe llamarse, sin más apellidos, democracia. Mientras que unos se aprestan a buscar excusas cuando son los suyos los implicados o imputados; es más, incluso apelan al derecho a la presunción de inocencia aún cuando en algunos casos se les ha cogido con las manos en la lata del gofio; otros, más recatados, y supongo que avergonzados, tildan de intolerables y vomitivos los casos que salpican a casi todos los que han estado cerca de la famosa lata del gofio, que vete tú a saber si en realidad lo que contiene es el alimento canario u otra cosa, y piden perdón a la ciudadanía (tarde; muy, pero que muy tarde) por un lado, mientras que por el otro dicen casi ni conocer a esos “amigos de lo ajeno”, a los que sin embargo, en alguna ocasión anterior (no hace tanto) los llenaban de halagos y les decían aquello de “sigue así, Pepe o Juan, que lo estás haciendo de maravilla”. Y ahora no los conocen. Y si es verdad que a casi todos los ha contaminado esta pestilente horda de delincuentes de lo público, no es menos cierto que el PP es el que más jugadores ha incorporado, tras la llamada de los jueces, al equipo de la selección nacional absoluta de chorizos; eso sí, con la incorporación de un juvenil de nombre Pequeño Nicolás, y otros de la tercera edad o de la edad de piedra (por lo del rostro) que dicen no recordar nada o que se limitaban a acatar órdenes; u otras explicaciones o declaraciones más reales en las que dicen aquello tan antiguo de “las cuentas las llevaba mi marido”.

A la luz, y sobre todo al olor, de estos datos, es por lo que me atrevo a hacerles una petición a los políticos corruptos y empresarios corruptores de cualquier signo. La idea es que hasta que se demuestre su culpabilidad, de la que no nos cabe duda a la mayoría de los que seguimos las noticias y aún así no nos aventuramos a señalar a culpable alguno, tengan a bien colgarse de ambas orejas aquellos antiguos pero efectivos ambientadores de pino para el coche. Así, por lo menos, mientras se delimitan sus responsabilidades por las operaciones y casos pendientes, ustedes podrán deambular entre nosotros sin que nos provoque el vómito el pestilente hedor de quienes dejaron desde hace mucho tiempo de ser “uno de los nuestros” para convertirse en la ya antigua e insolidaria raza de los topamí. Aunque me temo que ni con el pino amortiguan el olor de su avaricia sin límites.
claudioandrada1959@gmail.com