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Retrasos injustificados – Por Leopoldo Fernández

   

Ya dice el refrán que las cosas de palacio van despacio, dando a entender que todo requiere su tiempo y que algunos asuntos no se solventan por la vía rápida. Pero una cosa es el refranero y otra la cruda realidad. Así, el cobro de la prestación canaria de inserción, la conocida PCI, sufre retrasos absolutamente inaceptables. Por problemas de financiación, por exceso de burocracia, por demora excesiva en la resolución de los expedientes, por lo que sea, la percepción de estas ayudas -básicas para la supervivencia económica de muchas familias- se retrasa durante meses y meses. Ayer mismo, El Día denunciaba la especial gravedad de algunos casos, ya que afectan a situaciones en las que median desahucios, pago de facturas de agua y luz, pérdida de la custodia de menores, etcétera. De ahí la solicitud de varios ayuntamientos para que el Gobierno autonómico actúe con mayor diligencia, sobre todo en los asuntos que reclaman atención preferente. Pero si resulta que de cada cien casos en los que se plantea la solicitud de prioridad tan sólo doce son atendidos con urgencia, cabe imaginar el panorama al que han de hacer frente no pocas familias. De nada sirven las quejas reiteradas ni las repetitivas recomendaciones del Diputado del Común: los impagos persisten, los retrasos superan casi siempre los seis u ocho meses y la maldita burocracia -prefiero no pensar en ineficiencias y mala gestión- sigue enquistada en el corazón de la Administración pública, incluso para los ciudadanos más necesitados. Si de la PCI se pasa a las ayudas por dependencia, se mantiene el enredo en la misma madeja de los tediosos procedimientos oficiales. Aquí los trámites medios para quienes tienen reconocidos sus derechos superan los 210 días; aunque hay casos particulares en que sobrepasan los dos años y pico y han de ser archivados por defunción del solicitante. Imagino el desamparo y la desesperación de los afectados y la vergüenza que deberían sentir las autoridades por consentir estas dilaciones inconcebibles. Lo mismo ocurre con los retrasos en el cobro de medicamentos que soportan los farmacéuticos y los de no pocos proveedores de la Administración. Como para reconocer que, si alguna vez lo dimos por enterrado, sigue bien vivo el alarmante vuelva usted mañana de Larra.