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Saber perder – Por Jorge Bethencourt

   

Resulta relativamente fácil remar a favor de la mayoría. Normalmente por esa razón la opinión publicada suele coincidir con la opinión pública. No va a ser este el caso. Nuestra sociedad se está acostumbrando demasiado a no asumir los fracasos producto de su improvisación, de su codicia o de su ignorancia. Hace poco vivimos el escándalo de las llamadas preferentes, un producto bancario con el que las cajas de ahorros -y por cierto, alguna cooperativa de trabajadores muy respetable- tentaron y engatusaron a miles y miles de clientes. Es cierto que muchos pequeños ahorradores fueron atraídos de forma indecente a la compra de unas opciones que les daban un alto interés a cambio de apalancar largo tiempo su dinero, pero una gran cantidad de afectados fue gente atraída por el incentivo de quien daba duros a siete pesetas. Y luego se colaron en la lista de personas sin instrucción y ancianos engañados, con lo que al final la codicia o la falta de cuidado tuvo el mismo tratamiento paliativo que la ignorancia. El caso de Gowex es más de lo mismo, corregido y aumentado. Miles de inversores en bolsa están reclamando que se les devuelva el dinero que invirtieron en este producto. En esta España de cortadillos nadie admite ya que el fracaso es la otra cara de la moneda del éxito. Por eso tenemos tan pocos emprendedores y tanta gente que juega a las quinielas. Porque nadie quiere perder. Ni sabe hacerlo.