El cierre de los cines Renoir ha restado vida al barrio. / SERGIO MÉNDEZ
NATALIA TORRES | Santa Cruz de Tenerife
La mayoría de los comercios que pueblan el santacrucero barrio de Salamanca llevan en él más de treinta años. Un tiempo en el que han visto cómo las cosas han ido cambiando paulatinamente, unas veces a mejor y otras a peor. Ahora, se quejan, es uno de esos momentos malos en los que la sombra de las drogas y la prostitución amenaza con extenderse por el barrio. Así lo denuncian los comerciantes que una vez más elevan la voz para llamar la atención sobre lo que consideran que es la fuente de todos los conflictos: el dispensario de metadona. Es una pelea vieja. Desde que este centro gestionado por la Asociación San Miguel se instalara en el barrio en 1982, los vecinos se han manifestado y exigido su traslado en más de una ocasión, recibiendo como única respuesta promesas incumplidas. Como reconoce la mayoría, el problema no es el centro en sí, sino las personas que se quedan por los alrededores del barrio una vez que han sido atendidos. Advierten de que, si no se frena la imagen de inseguridad que se está implantando en Salamanca, se convertirá en otra zona degradada más de la capital.
En general piden, exigen, más presencia de las fuerzas de seguridad, “una policía de barrio”, como la llama José González, de Rótulos NGA. “Llevo aquí toda la vida y por lo general los usuarios del centro, los habituales, no dan problemas. Lo que pasa es que se juntan con los que vienen de fuera y es cuando se produce algún altercado”. Reclama este comerciante que haya una pareja de policías de manera asidua y que no sólo “multen a los coches en doble fila”. Considera que esta reclamación es justa porque, “ya que tenemos el centro y no lo van a quitar, lo lógico es que haya más policía”.
También coinciden los comerciantes en que el cierre de los cines Renoir ha fomentado esta suerte de degradación, “se juntan allí y dejan todo lleno de basura y también trapichean”, se queja otro de los comerciantes, José Guillén. Dueño del estanco Price, lleva más de tres décadas en el barrio. Detrás del mostrador de su negocio es testigo de muchas de las situaciones que denuncian los vecinos, “la prostitución comienza a verse y el trapicheo ya es una realidad”. “Cuando viene la policía lo sueltan en el suelo y cuando se van lo vuelven a coger”, se queja. Demanda más atención para un barrio que, asegura está al límite, “a los políticos solo los vemos por aquí cada cuatro años y si no que se lo digan al señor Bermúdez que además de venir a comprar comida al Libanés, que está muy bien, también podría visitar el barrio para que compruebe en el estado que se encuentra”.
La falta de limpieza es otra de la constante en las quejas, “nosotros tenemos que limpiar nuestras propias aceras porque por aquí, barrenderos, no pasan”, apunta otra de las propietarias, María Jesús Arteaga, de la Ferretería Salamanca, también con más de 30 años en Salamanca.
José Yumar es uno de los más combativos con la situación, no en vano su negocio de muebles ha sufrido alguno de los robos que se han producido en las últimas semanas. “Hasta ahora podía poner las cosas por fuera pero ya me han robado dos veces y he tenido que atarlas”. “Es nuestra calle y no queremos perderla”, añade. Asegura que son los comerciantes los que han “levantado la calle” y ahora ven en riesgo el esfuerzo hecho, denunciando así la falta de apoyo del Ayuntamiento. Es de los que pide que se traslade el centro de metadona fuera del barrio. La pastelería Soto es otro de los históricos del barrio, una de sus propietarias, Ana Soto, también pide más dotaciones para el barrio, “la gente mayor no puede bajar hasta la Rambla para pasear o sentarse, necesitamos que doten la calle de más espacios para disfrutar”. Recuerda que al final de la calle está el parque Secundino Delgado, “muy oscuro y sin muchas dotación”.
Aunque con menos años en el barrio, su peluquería es un referente en Salamanca y al igual que el resto, Alcides Ruiz, focaliza su queja en la gente del dispensario, “no digo que sean malas personas, pero si se juntan diez o doce, desde luego disuade a cualquiera de pasar por el barrio”. También se queja de la limpieza, que “deja mucho que desear”, y pone como ejemplo los locales vacíos al lado de su peluquería, cerrados hace tiempo y llenos de basura e incluso ratas, asegura.
Promesas incumplidas
Los vecinos y comerciantes del barrio de Salamanca han salido a la calle a manifestarse en numerosas ocasiones por la presencia del centro de dispensación de metadona en el barrio, el único para todo Santa Cruz. El último compromiso llegó con el actual equipo de Gobierno en 2011, cuando la concejal de Distrito Centro-Ifara, Clara Segura, aseguró que se trabajaba para descentralizar el servicio de metadona a otros distritos. Entonces afirmó que se estaba en continuo contacto con representantes policiales para vigilar y controlar el desorden público.
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