Siete de cada diez canarios creen que un sistema energético basado en el gas y el petróleo es incompatible con un modelo turístico respetuoso con el medio natural, según la encuesta realizada por las universidades de las Islas. O lo que es lo mismo, siete de cada diez canarios creen que el actual modelo energético es incompatible con el vigente modelo turístico. Como vivimos en una sociedad anencefálica, esa evidencia no tiene importancia. De hecho, muchos de los canarios que piensan así desconocen que la misma Administración que les hace esa pregunta aprobó un plan energético que se ha pasado por el arco del triunfo. El desarrollo de las renovables en las Islas está más congelado que Walt Disney. Pero el destino escribe derecho con renglones torcidos. Paulino Rivero, como don Quijote, cargó contra los gigantes de Briareo, sin saber que era su batalla postrera. Y los molinos de Madrid le han dado la causa que no tenía y el enemigo común que todo buen pueblo necesita. Tal vez más que una última batalla quijotesca sea la de un Cid Campeador, hincado sobre el caballo para triunfar después de todo. Para el Gobierno de Canarias la batalla de las prospecciones ha sido como beberse dos cajas de Red Bull. Le ha dado épica y estética. David contra Goliath. Los chicos de las neumáticas contra la Armada y el barco gigantesco de Repsol. Si es que no escuchan a Los Sabandeños: “el chico ganó y el grande perdió”. Hay que aprender de los clásicos. Los canarios llenan el tanque del coche con soles de primavera. Y en Unelco queman chanel para darnos luz. Entender que la política y la realidad no tienen nada que ver sería imprescindible para dedicarse a gobernar España. El populismo es un arma cargada de futuro. Sobre todo cuando no hay dinero de por medio.