Hace unos dÃas conversaba con un amigo que me preguntaba sobre una pequeña inseguridad que le estaba produciendo el viajar en avión. Es una sensación muy habitual generar algo de miedo a la hora de tener que desplazarnos en avión a algún lugar. Lo que sucede es que este amigo viaja constantemente de una isla a otra, y en ocasiones, la preciada insularidad que vivimos nos genera algún problema. Asà que ya comenzaba a preocuparse por esta pequeña molestia para él cotidiana. En ocasiones es curioso observar cómo nuestra mente intenta interpretar el azar, e incluso intenta controlarlo. A nuestro amigo hay que explicarle que las estadÃsticas son rotundas con respecto a volar en avión y si lo comparas con viajar en coche, algo que hacemos cotidianamente, ni te digo. Aun asÃ, nos empeñamos en tener el control, por eso reanalizamos nuestra realidad, y creamos realidades alternativas que nos permiten tener el control de esas situaciones que dependen exclusivamente del azar. Pero además, cuando esas situaciones que no controlamos se mueven dentro de lo altamente improbable, es decir, que sucedan cosas que en muchas ocasiones denominamos tragedias, o situaciones generadoras de traumas, puesto que no esperamos que sucedan en nuestro mundo tan organizado por leyes que nos aseguran cierto control, eso nos descoloca y nos genera una alta fragilidad personal.
El miedo es resultado de esa fragilidad personal, y asà nos secuestra emocionalmente controlando nuestra narrativa interna, asà realizamos una lectura rápida de nuestra realidad, entendiendo esos estÃmulos como amenazantes ante las situaciones que vivimos. Por esa razón los miedos que no gestionamos se convierten en frenos y lastres de nuestra vida, aun asà esperamos que desaparezcan con el tiempo, dejándolos, olvidándolos, pero no se van, siguen ahà y nos siguen generando una sensación de descontrol y de fragilidad que no desaparecen por sà solas. La opción es vivir desde la oportunidad, es decir, entendiendo la exclusividad de cada momento, sin tener miedo a perder lo que tenemos, ni lo que hemos conseguido, entendiendo que nosotros somos relevantes en nuestro mundo y no teniendo miedo a las soledad de no ser queridos, entonces nuestras emociones se convierten en positivas creyendo en que somos capaces de generar más oportunidades, lo que nos planteará una posibilidad de mayor crecimiento; saliendo fortalecidos de los momentos de fragilidad, aprendiendo de dichas situaciones. Por ello es importante saber que tú no siempre eliges las situaciones que te tocan vivir, sin embargo, sà tienes la responsabilidad de aprender a vivir con esas circunstancias, de la mejor manera posible.
*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de PsicologÃa Positiva
@jriveroperezch