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¿Y ahora, tras el 9-N, qué? – Por Leopoldo Fernández

   

Cumplido el simulacro de referéndum en Cataluña, varias cosas han quedado bien claras. El desafío al Estado por parte de la Generalitat lo ha ganado el presidente Mas, que, a la cabeza de los independentistas, impuso su voluntad frente al cacareado planteamiento opuesto al sufragio de Rajoy.

Ante la descarada violación del Estado de Derecho y la desobediencia a las dos sentencias del Tribunal Constitucional, el Gobierno central ha preferido mirar hacia otro lado y consentir -e incluso negociar, lo que es aún más grave, con las autoridades catalanas la celebración de la consulta- la flagrante violación de la legalidad vigente, lo que constituye una torpeza inaudita que da alas al soberanismo.

Por su parte, la Fiscalía, aunque ha abierto diligencias tras una veintena de denuncias, ha preferido pastelear y dejar hacer en vez de ordenar el cierre de los colegios electorales e incautarse de las urnas, suspendiendo por tanto -como venía a ordenar el Constitucional- la celebración del 9-N.

El Ejecutivo central ha sentado un gravísimo precedente porque cualquier comunidad autónoma puede, a partir de ahora, romper las reglas del juego democrático y organizar, directamente o a través de terceros, un simulacro de referéndum sin ninguno de los requisitos básicos de un plebiscito: control de legalidad, campaña electoral neutral, censo legal y público, votación y recuento con interventores, autoridades administrativa y judicial para la resolución de reclamaciones y conflictos, etc. Tal y como aventuraba en mi comentario dominical, Mas ya apuesta por elecciones plebiscitarias, Gobierno de concentración y un referéndum legal y vinculante; incluso se atreve a dar diez días de plazo al Ejecutivo de Rajoy para que empiece a negociar.

En estas condiciones, ¿cómo se va a poder entablar un diálogo sincero y sereno sobre bases legales? ¿No advierte Mas que, frente a un 37% de votantes -incluidos emigrantes y menores de edad-, lo que pese a todo constituye sin duda un éxito para la Generalitat, otro 63% se ha abstenido de participar en la mascarada dominguera?
El dilema para Rajoy es de abrigo. ¿Será la vía judicial abierta por la Fiscalía catalana la que, con acusaciones de desobediencia y prevaricación, pueda acabar con la chulería de Artur Más y su desafío a las leyes?