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De auras de gloria a Himno de Infantería – Por José Manuel Padilla Barrera

   

El 7 de diciembre de 1909 un coro formado por 50 cadetes de la Academia de Infantería, entonces en el Alcázar de Toledo, entonaba por primera vez un himno patriótico que se titulaba Auras de gloria. La música era de uno de aquellos cadetes que a la vez era su director, Fernando Díaz Giles. El autor de la letra fue un compañero suyo de promoción, Ricardo Fernández de Arellano. Esa promoción era la XIV del Arma y en ella estaban integrados muchos que tres décadas después alcanzarían gran relevancia en la vida pública española: Francisco Franco Bahamonde, Juan Yagüe Blanco, Camilo Alonso Vega, Emilio Esteban Infantes, José Asensio Torrado etc. Fernando Díaz Giles también fue relevante pero por otros motivos bien distintos, porque en 1923 siendo capitán abandona su carrera militar para dedicarse íntegramente a la música y aparte de ser un gran pianista , se hizo famoso como compositor de zarzuelas. ¿Quién no recuerda aquello de: “Soy de Aragón, la tierra noble o de El dueño de la venta, tráiganos vino”? Pues son temas de dos de sus obras más conocidas: El cantar del arriero y El divo.

La XIV promoción llevaba ya dos años en la Academia cuando se incorporó el coronel José Villalva Riquelme como director de la misma que en cuanto supo que había un cadete que sabía música y era pianista le requirió para componer un himno y le concedió una semana de permiso para que en el Casino de Toledo, que disponía de un piano, pudiera componer la partitura. Lo malo fue que en el Casino, además de piano había también mesa de billar, por lo que el joven cadete olvidó por completo la música y se dedicó por entero a practicar carambolas, aparte de acompañar a las señoritas toledanas en sus paseos por la plaza de Zocodover. Al regreso a la Academia sin nada en las manos, el coronel, puesto que se trataba de un asunto que dependía de la inspiración, no tomó ninguna medida contra él. Pero poco después, a la primera falta cometida, Fernando Díaz Giles acabó con sus huesos en la corrección. Y allí cuenta él mismo: al segundo día de arresto en aquel cuchitril, donde no había más que un camastro, un pupitre, una vela y una silla, se me ocurrió trabajar en lo del himno y como no tenía a mano papel pautado, tracé los pentagramas a lápiz en los respaldos en blanco de unos apuntes de trigonometría. Al salir del calabozo redondeé aquello y tras unos retoques oportunos surgió completo el himno que desde entonces se canta. Por cierto que el coronel Villalva, al conocer por mí mismo la noticia, exclamó: “Si llego a saber esto, en vez de una semana de asueto te meto un mes de corrección”.

La letra de su compañero Fernández de Arellano no acabó de convencer a Díaz Giles y casi dos años después recurrió a dos amigos suyos del mundo de la zarzuela, los hermanos José y Jorge de la Cueva, que hacía poco habían estrenado en el teatro Apolo de Madrid, una zarzuela titulada Aquí hase farta un hombre(sic), con música de Ruperto Chapí. La letra que ambos escriben, a pesar de no ser militares, está saturada de amor a España, de promesas solemnes y de anhelos de grandeza. El himno de Infantería es una muestra más de la presencia del género de la zarzuela en la música militar española.

El 15 de octubre de ese mismo año el himno con su nueva letra se entona por primera vez en el Alcázar de Toledo y a partir de ese momento pasa a ser el Himno de la Academia. Los oficiales que van incorporándose a sus unidades al salir de la Academia lo extienden por toda España y Marruecos, aunque no tuvo una gran difusión a nivel popular hasta que la Banda del Regimiento de San Marcial y el Orfeón Burgalés lo graban en disco en 1938.A partir de la Guerra Civil cada regimiento canta el himno con pequeñas variaciones, sobre todo en la estrofa final, donde se hace una clara referencia a la Academia de Toledo. Este asunto de la última estrofa ha sido objeto de polémica hasta que en el Boletín Oficial de Defensa de 5 de julio de 2001 se oficializa que manteniendo la letra original, la Academia y el Arma compartan himno.

Desde aquel 15 de octubre, las notas vibrantes, hondas y emotivas del himno glorioso se han oído miles de veces y de nuevo, el próximo lunes, volverán a sonar con fuerza en todos los acuartelamientos de las unidades del Arma de Infantería, con motivo de la fiesta de su Santa Patrona.