Conocer la cultura de tu enemigo es la mejor forma de derrotarle sin violencia. Comprender sus raíces como camino al entendimiento y el diálogo es la manera de hacerlo. Nos encontraremos en la mitad del puente. Ni en una orilla ni en la otra. Tal vez así se puede sintetizar la historia más reciente de Sudáfrica y el colapso del apartheid. Nelson Mandela estudió la lengua afrikaans y la filosofía calvinista, entendiendo entonces que el odio al negro de los afrikaners sólo escondía un miedo a lo desconocido. El pasado 5 de diciembre conmemorábamos la muerte de la más influyente personalidad africana. Su herencia es compleja e incierta pues Sudáfrica es ese hijo capaz de lo mejor y de lo peor. Una paradoja vertebrada con la costura de las contradicciones. La cara amable muestra un país con una transición “pacífica”; universidades que ya las quisiéramos en este cortijo llamado España; un destacable sector del I+D y una economía que mantiene el tipo, erigiéndose en el mayor eje comercial africano e inteligentemente diversificado hacia los mercados asiáticos. La cara B es terrible: las cifras de infectados por sida tienen seis ceros; el capital sigue siendo blanco y las desigualdades sociales, lejos de acortarse desde el fin del segregacionismo, se han incrementado bajo la cruel aportación de una clase negra media alta que se ha revelado en el peor discriminador hacia el propio africano. Negros con modales de blancos se comenta con ironía ¿La diáspora de whites cualificados, principalmente doctores e ingenieros rumbo a Australia, Canadá o Nueva Zelanda, continua siendo una sangría social catalizada por el temor a la venganza de la mayoría negra por años de injusticias sociales? Quizás sí. La realidad es que a día de hoy, el número de asesinatos y violaciones es inadmisible. Razón principal en la que se argumentan aquellos blancos que optan por dejar la amada tierra rojiza de sus antepasados neerlandeses. El futuro de África del Sur es incierto. Me gusta definirlo, a sabiendas de que hay mil problemas de difícil solución, como una patada a seguir. Sudáfrica seguirá siendo tierra de contrastes. Un laboratorio social que lejos de ser un éxito, al menos no acabó en una guerra civil.
CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.
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