Sé lo que me pides, pero no. No te lo concedo: ya es tarde. El tiempo ha dejado la vida para pasar a otra mejor. Y mira que lo dije: créeme que te lo dije. Te lo dije por activa y por pasiva. Te lo dijeron los mensajes jamás escritos; te lo dijeron las notas de la nevera. También te lo dijeron los huecos del cajón y los marcos que nunca llegaron a tener protagonista, pero tú vivÃas en otra dimensión. Tú vivÃas en nuestra noche de bodas, y muy cercano lo estoy poniendo. Más bien, pensabas que aún tenÃamos dieciocho años, sin preocupaciones ni obligaciones, y no. En tu reloj es ayer. Y aunque ha dejado de marcar pasado para volver al presente, ya es tarde. Hoy ya es tarde para intentar remediarlo. Es tarde por la mañana y por la noche; incluso lo es por la madrugada. Es tarde para ponerle luces al árbol sombrÃo: en esta casa ya no hay luz que me haga verte. Ni tus sombras. Es tarde para baños de espuma, para sorpresas e, incluso, para tus celos absurdos. Siento sonar asà de sincero, pero quien nunca está, desaparece. Y en tu caso, y mira que te lo dije, ha hablado más tu ausencia que tu presencia. Ni en las fotografÃas estabas. Tarde. Hoy estoy lleno de instantes vacÃos… y mira que es difÃcil el sinsentido. Todo momento tiene su sustancia, algo que lo llena y lo convierte en único. Pero, ¿qué momentos tenemos tú y yo? Pocos son muchos. Hemos llenado un álbum de recuerdos difuminados, de situaciones inexistentes. Qué digo: ni hay álbum. Hay recuerdos de boda, de luna de miel y del año posterior, pero párate ahÃ. A partir de ese entonces, no hay nada. Y mira que te lo dije. Ya no puede haber álbum: ya es tarde. Entiendo perfectamente que vengas a pedirme esto, pero no. ¿Quieres tomarte un tiempo? Tómatelo, y no vuelvas. Lo pides tarde. Te he dado lo que nunca recuperaré, todo el tiempo del que dispongo. Mi vida. Y no queda más. Créeme que te lo dije, pero no quisiste escuchar. Te lo dije hasta ayer. Pero incluso ayer ya era tarde.