Cuando uno es joven siempre piensa que sabe de todo, que se puede hacer cualquier cosa; uno está plenamente convencido de que no hay límites en esta vida al estar absorbido por unas dosis de insensatez e inexperiencia. Ahí es cuando hace su aparición la figura de un tío.
Un tío lo podría definir como un complemento en las enseñanzas diarias de un padre, quien actúa con una cercanía que en muchas ocasiones añade una dosis de realidad y perspectivas de vista que son necesarias para que uno aprenda los verdaderos valores que debe de tener una persona a lo largo de su vida.
Mi tío me enseñó que una persona tiene que hacer lo que de verdad le gusta, sin pararse a pensar en lo que puedan decir o pensar los demás, disfrutar cada momento, cada instante, rodeado de las personas que uno quiere, es fundamental, esa es una de las razones por las que hoy día me dedico al marketing.
Especialmente estos días, uno llega a la oficina pensando y valorando qué está haciendo de su vida, si de verdad está escogiendo el camino correcto, porque la vida es verdaderamente corta y que seguramente voy a pasar de diez a doce horas en un mismo lugar trabajando, y sin embargo cuando pienso en mi tío y en su forma de ver las cosas, me doy cuenta de que tengo la gran suerte de no trabajar, porque disfruto con lo que hago, como hacía el, y eso me hace ser muy afortunado.
Mi tío me enseñó desde bien pequeño que hay que tomarse la vida con humor, con alegría, que cada problema no es problema, si uno sabe cómo afrontarlo, el truco simplemente se encuentra en hacer un pequeño parón, tomar aire, y a través de las sonrisas buscar soluciones a todas las piedras que uno se encuentra en el camino.
Hace pocos meses, nos cruzamos en la calle y le presenté a mis compañeros de trabajo, me decía que se sentía orgulloso, cosa que me impactó, decía que se alegraba porque no me avergonzaba de él y siempre quería que todos mis compañeros y amigos le conociesen. Lo que él no sabía, era que realmente de quien me avergüenzo es del resto del mundo, por no saber valorar la vida y el día a día como hacía él.
Cuando uno tiene la capacidad de generar tantas sonrisas, alegrías y felicidad en los demás, es cuando te das cuenta de que la verdadera riqueza se encuentra en el interior de este tipo de personas, y que necesitamos más personas como un tío, personas que son fuente de inspiración para seguir aprendiendo, y por eso, son inmortales.
Sociment. Tu Departamento de Marketing
@AntonioJPadron