Las cifras desveladas esta misma semana por FAPAE, la Confederación de Productores Audiovisuales Españoles, resultan tremendamente esperanzadoras para el cine patrio, en tanto que revelan que la taquilla ha recaudado a lo largo de 2014 y hasta el pasado 7 de diciembre 123 millones de euros, todo un récord histórico, que supera los 119,8 millones de 2012, el anterior techo, con una cuota de mercado del 25,5% . Y todo fruto de que alrededor de 21 millones de espectadores se decantaron por filmes españoles, casi el 89% más que el año anterior (y eso a falta de las cifras del presente mes). Sin duda, una auténtica declaración de intenciones dentro de un panorama nada alentador para asistir a las salas cinematográficas, con imponderables como el consabido 21% de IVA y el alto precio de las entradas. Las principales pelÃculas que avalan estos datos son, por este orden, Ocho apellidos vascos, de Emilio MartÃnez Lázaro, con la friolera de 56 millones de euros de recaudación y 9,5 millones de espectadores; El Niño, de Daniel Monzón (16,2 millones de euros en taquilla y 2,7 millones de espectadores ), Torrente V: Operación Eurovegas, de Santiago Segura (10,7 millones de euros y 1,8 millones de espectadores), y La isla mÃnima, de Alberto RodrÃguez (más de seis millones de euros y un millón de espectadores). Filmes, como vemos, para todos los gustos del consumidor, aunque prime lo comercial en la mayorÃa de ellos. A todo este caudal optimista hay que unirles iniciativas tan dinamizadoras y saludables como la Fiesta del Cine, que en su última edición, en octubre (desde este año se celebra una cada semestre), azuzó al público y alcanzó los 2,1 millones de espectadores, el 15% más que en la otra convocatoria de 2014, lo que corrobora que si bajas el precio de la entradas, la gente responde favorablemente, por lo que habrÃa que pensar en reducir de una vez por todas lo que cuesta, eso sÃ, siempre que se les compense también a los exhibidores. Esperemos que el renovado gusto por el cine español no sea flor de un dÃa y se repita en próximos años, o al menos que no haya un descenso significativo, porque ello supondrá un refrendo para una industria que lo necesita a gritos.