Ahora que está tan de moda esa cátedra sobre desastres naturales que ha llevado, incluso, a la alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro, a una sesión de la ONU en Ginebra, no estaría mal impulsar otra en el municipio acerca de la política.
En el último Pleno municipal, celebrado el jueves, resultó de aurora boreal que se reconociera sin tapujos que el gasto corriente del Ayuntamiento alcanzó el 92% en los tres primeros trimestre del año y, lo que es más sorprendente aún, que el concejal de Hacienda, el nacionalista Javier Mederos, reconociera el hecho denunciado por su antecesor, el socialista Carlos Romero, sin rubor alguno, echándole la culpa a la Concejalía de Servicios Municipales que hasta hace un mes llevaba Sixto Alfonso (AxG), la llave de aquella moción de censura que sirvió para que los nacionalistas desbancaran a los socialistas y pusieran de alcaldesa a la popular Carmen Luisa Castro. Lo curioso de todo esto es que fue precisamente Sixto Alfonso el que denunció -uno de los motivos de su destitución- las continuas ampliaciones de créditos de otras concejalías, cuando él se ajustaba al presupuesto ya pactado, generoso por otra parte.
Alfonso denunció entonces, y lo volvió hacer el jueves, el amiguismo que se ha utilizado en el Ayuntamiento de Güímar para realizar las pequeñas obras, para pintar de azul medio pueblo y para comprar maquinaria pesada siempre al mismo empresario.
Se podría decir que lo hace una vez fuera del grupo de gobierno, pero no, también lo comentó, sin altavoces mediáticos, mucho antes, cuando increpó a los entonces suyos, el excesivo gasto en tenderetes y fiestas. Ahí, según la oposición, se puede situar el hoyo económico en el que se encuentran ahora las cuentas anuales del Ayuntamiento, que unido al pago de horas extras a los miembros de la Policía Local por la escasez de unidades, han puesto en serio riesgo el Plan de Ajuste, y con él la posibilidad de incumplimiento de los ratios económicos para poder optar en el próximo ejercicio a tener partida presupuestaria, por ejemplo, para inversión.
Unas grietas que son el fiel reflejo de que Güímar ha tenido en el último año y medio tres ayuntamientos en uno y de que la moción de censura para lo único que ha servido es para descubrir las vanidades políticas de algunos y el poco apego que se le tiene a la democracia. Javier Mederos, por si acaso y mirando ya hacía el 24-M, lanzó el jueves más de un guiño a Carlos Romero, con ganas tal vez de que sea él el cartel socialista y no su irreconciliable enemigo Rafael Yanes. Y es que ya, y más en Güímar, se torna en clave electoral.