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La indumentaria de los luchadores en Canarias: siglos XVIII-XX (I)

   
lucha canaria antigua 1900 1905

A principios de siglo XX se practicaba la lucha con la ropa de verano. | J. DA LUZ PERESTRELLO, 1900-1905. Archivo FEDAC

JUAN DE LA CRUZ RODRÍGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

Al estudiar la indumentaria de los luchadores en Canarias hemos querido partir del siglo XVIII por ser fecha crucial en la historia de la indumentaria popular europea. En él cristalizan la mayoría de los atavíos tradicionales de este continente que más tarde darán lugar a casi todos los modelos que hoy tenemos como típicos.
(Lozoya 1951:10)

También la documentación de todo tipo es más abundante a partir de esta fecha, y sobre todo en el siglo siguiente, del que datan la mayoría de los documentos por nosotros consultados para el estudio de la indumentaria.

No podemos hablar de las formas de vestir canaria como un hecho aislado para cada Isla, ni siquiera para la región completa, pues el indumento popular es al final una especie de papel de calco donde quedan perpetuados los avatares históricos y las circunstancias socioeconómicas de cada nación. Cada prenda es un mudo testigo de un momento y nos puede retrotraer a épocas remotas ya borradas de la memoria popular. Por eso las Islas, con todos los factores que determinan las formas de vestir comunes, se atavían de igual manera en lo básico, pero siempre con pequeñas peculiaridades que permiten diferenciar a los habitantes de una isla de los de otra, e incluso a veces, los de unas localidades o comarcas de los de otra.

Aunque el esquema del hombre que perdura hasta finales del siglo XIX es típicamente dieciochesco, el estudio de las prendas por separado delata un origen muy diverso en el tiempo. Muchas de ellas se remontan a la conquista o a la época de la colonización. Otras adquieren en esta época (siglo XVIII) el patrón definitivo que perdurará hasta siglos siguientes, para sufrir una posterior transformación que les dará la forma que llega hasta nuestros días.

Una de las descripciones más antiguas que conocemos delata esta patente uniformidad de Canarias con España y Europa; pertenece a George Glas y fue publicada en 1764: “Los campesinos se visten siguiendo la moda moderna de los españoles, que se parece mucho al vestido de la gente del pueblo en Inglaterra, con la única diferencia que aquí los nativos cuando se engalanan, llevan largas capas en vez de casacas…”.
(Glas, 1764: 282)

Mucho más pormenorizada, y refiriéndose a Tenerife, es la descripción de Webb y Berthelot publicada en 1839: “Por lo general los hombres lugareños o campesinos se abrigan con la manta, especie de capa de lana que les cubre todo el cuerpo, se tocan con sombrero de paja o de fieltro, visten chaleco, calzón corto abierto desde la corva hasta media pierna y calzoncillos que asoman por debajo del calzón…”.
(Webb y Berthelot, 1839:31)

Así el esquema básico de los campesinos canarios en el siglo XVIII sería el siguiente: tocado de cabeza (sombrero o montera), camisa, chaleco, chaqueta, calzoncillos, calzones, ceñidor o faja, polainas o medias y calzado.

Cuando llegaba la hora de la lucha sólo dos de estas prendas permanecían puestas, como nos relatan Webb y Berthelot al hablar de las fiestas de Güímar: “Los luchadores no llevan más indumentaria que una camisa y unos anchos calzoncillos de lino, remangada una de las perneras con el fin de hacer un reborde al cual se agarran con una mano, mientras que con la otra se aferran a los costados…”.
(Webb y Berthelot, 1839:138)

Juan de la Cruz Rodríguez es Técnico en textiles e indumentaria del Museo de Antropología de Tenerife