Un comentarista político estampó en el periódico de internet en el que opina la siguiente frase: “Cuando al PP le va mal un juicio, no cambia de abogado, cambia de juez”. Se refiere a la situación del juez Ruz, que instruye el caso Gürtel y los manejos del extesorero, el señor Bárcenas. Lo cual consagra un mensaje atronador: el mando en su cúspide, incluso en asuntos que han de quedar lejos de la manipulación, como la justicia. Y si aquí mando yo, las cuestiones que afectan al PP por la dicha corrupción se solucionan: seis jueces para el caso, el primero (Garzón) expulsado de la carrera judicial y el último a punto de ser excluido con subterfugios sublimes: la posibilidad de convertirse en magistrado de apoyo para cerrar el caso, si él lo pide, si el organismo en cuestión se lo concede o si el sustituto (después de resuelta la plaza que el CGPJ saca a concurso) ve bien que un extraño a su eminencia ponga término a una causa tal.
Así actúa el PP: en público colabora y en privado mete suspicaces zancadillas a la corrupción: ni información adicional ni comisiones de investigación en el Parlamento, discos duros que desaparecen, listado de visitas destruidas, disculpas para no entregar la documentación requerida y ahora el juez que ha comenzado a ponerle soga a los cuernos del carnero, fuera. Antes Ruz convenía más que el progresista Carmona, ahora no, porque Ruz se comporta como un verdadero profesional. Otro vendrá, se aprenderá los millares de folios y (¿cuántos años después?) resolverá.
Si en este país nos estuviera otorgada la potestad de hablar claro sobre las barbaridades políticas, habríamos de decir que esa actitud es funesta. Por el menoscabo a la democracia y a la política misma, que anda por donde anda. De lo cual deducimos: si en los países cercanos que conocemos unas artimañas como estas no serían ni imaginadas, si no permitirían un comportamiento de esa índole ni en sueños, ¿cómo es posible que aquí sí ocurra?
Ocurre porque el PP sale a la calle con todas las cartas marcadas. Gürtel no es un problema, porque no ha sido problema para “todos” los partidos políticos su financiación. Además, la culpa no es de Rajoy, la culpa es de Aznar, que por allí andaba. Luego, ellos no menos que los otros y cuando le llegue el turno al susodicho Aznar jueces habrá. Bárcenas ya está donde está, tenemos justicia para ello y se imparte, cual se demostrará con las culpas convenientes al adverso Urdangarin frente a la ofendida infanta de los Borbón.
Ese es el camino, unidireccional y sin atajos. A eso ha venido a gobernar el conservador Rajoy: solo con los suyos, nada más que para los suyos. Tal se demuestra con la estima que profesa a la enseñanza concertada y privada contra la pública, el desangrado de la sanidad, la ley de los trabajadores… o la politización hasta el extremo de la justicia. Esa es su condición, la condición concéntrica; a eso juegan, y a eso han de jugar quienes los rodean si quieren prosperar, desde los periodistas (de ahí su demoledora intervención en la RTVE) hasta los jueces.
Los ciudadanos estamos obligados a aprender: ni meneallos, por las elecciones de mayo y… Igual que habremos de cuidar Bankia, porque si un magistrado decide devolver los dividendos a los timados, vista la suma de tropelías, el sistema se resentirá, dijo Guindos. Es decir, Bankia sí, los ciudadanos engañados no.
Para el caso lo mismo: si no andas en el cotarro, no te muevas, que siempre habrá un juez adecuado para decidir. Por eso, de seguir las cosas como van, a ellos ni los rozarán.