Aunque la vida tiene sus propias cosechas elaboradas por los arquitectos y talentos de la madre naturaleza; también hay noches especiales que son construidas por la voluntad, el deseo y la ilusión de los seres humanos. La noche del 5 de diciembre de 2014, la Asociación de Vecinos del Monte de San Diego-La Laguna, fue escenario de la presentación del libro ¡Vamos de guachinches!… y otras casas de comida. Lo importante no fue la portada del libro ni el contenido de sus páginas. Lo realmente destacable fue el sentimiento, cariño, amor, ilusión y voluntad que pusieron los organizadores del citado evento cultural. Desde Miguel Díaz, presidente; Conchy Álvarez Fernández, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos del Monte de San Diego; Ana María Afonso, dinamizadora del Centro Ciudadano de San Diego; Carlos Álvarez Felipe, productor; Cosme García, el amigo para todo; componentes del grupo musical Mencey Romántico, compuesto por Ignacio Borrego, Javier Palomar, Pedro Cabrera, Miguel Ángel Blanco, Daniel Márquez y Patricio León, fueron los artífices para que esa noche la Asociación de Vecinos del Monte de San Diego-La Laguna, brillara con luz propia. Pero tampoco me olvido de esos amigos/as que asistieron al mencionado acto, fieles a la amistad, amor y cariño hacia mi persona. Al igual que el sol cuando se oculta, esa noche noté la ausencia de algunas estrellas que durante muchos años me iluminaron en el caminar de mi vida. Pero no importa, si no pudieron estar es por que la luna les entretuvo con sus embrujos y magias. Mi sueño se cumplió gracias a la iniciativa de esas dos grandes mujeres como son Conchy Álvarez y Ana María Afonso, dos pilares que contagian y transmiten vitalidad y energías positivas para que la Asociación de Vecinos del Monte de San Diego y el Centro Ciudadano de San Diego sigan funcionando con calidad al servicio de los vecinos y ciudadanos de la comarca lagunera. La presencia de los amigos/as, los boleros del grupo musical Mencey Romántico, las brillantes intervenciones protocolarias del escritor Eduardo García Rojas, Ángel Morales, editor, y Conchy Álvarez Fernández, junto con la sonrisa y espíritu motivador de Ana María Afonso, supuso un ambiente de aires frescos y renovados. Sin duda, me siento un privilegiado de tener tantos amigos/as. Incluso, de aquellos/as que no pudieron estar por motivos personales. Una noche donde las estrellas, junto con la media cara de la luna, me observaron y sonrieron desde lo alto de su hogar llamado firmamento.