Se ha roto el hielo, pero aún queda mucho por hacer en el inmediato futuro. Más de 50 años de enemistad manifiesta, de enfrentamientos dialécticos viscerales, de odios e ignorancias polÃticas recÃprocas, no se borran asà como asÃ. Pero es muy importante que Estados Unidos y Cuba, separados por 150 kilómetros de mar, hayan puesto fin, aceptando que lo mejor es una convivencia civilizada, a una anomalÃa histórica que ha dejado por medio un intento de invasión; otro de introducir en territorio cubano misiles soviéticos que a punto estuvieron de desencadenar una guerra nuclear; huidas de balseros hacia Florida en las que el régimen castrista incluyó delincuentes y hasta locos de atar; un embargo comercial que ha causado serios problemas económicos al paÃs y cuyo final queda en manos del Congreso, donde Obama se halla en minorÃa, y, en fin, un aislamiento, en parte fracasado, al amparo de la época de guerra frÃa que ahora queda definitivamente sepultada.
Aunque persista la dictadura comunista impuesta por los tiranos hermanos Castro, verdaderos culpables de la falta de libertad y el atraso del paÃs. Para Washington, este giro radical es un acto de realismo, similar al que adoptó con Vietnam, que le permitirá recomponer relaciones y ganar credibilidad en América Latina; para La Habana, a punto de caer en un colapso financiero sin la ayuda de Venezuela, sabe a premio para su apolillada resistencia ideológica y, desde luego, resulta un balón de oxÃgeno que beneficiará -más que a un régimen obsoleto y fracasado en busca de una transición hacia el futuro- al castigado pueblo cubano, que ahora dispondrá de ayudas, incentivos y posibilidades de trabajo e incentivos privados. Y que compromete al régimen a una apertura polÃtica que empezará por el libre acceso a Internet y por un mayor respeto a los derechos humanos. Lástima que España -que perdonó a Cuba más de 5.000 millones de las antiguas pesetas por expropiaciones nunca pagadas y que hoy tiene importantes intereses en la isla caribeña, con más de 40 hoteles e inversiones en los sectores petrolero y del transporte- no haya pintado nada en esta historia, tras años de soportar ofensas y humillaciones sin fin, salvo, no deja de producir extrañeza, durante la etapa franquista, en las relaciones bilaterales.