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Neocolonización del Sáhara – Por Saray Encinoso

   

Han pasado casi cuarenta años, pero la imagen apenas ha cambiado. Muchos siguen viviendo en tiendas de campaña en medio de un desierto donde el sol y el viento son cada día más insoportables. No olvidan sus derechos ni abandonan su tierra. Nosotros, en cambio, apenas recordamos que España, que se marchó del Sáhara en 1975 sin llevar a cabo el proceso de descolonización, sigue siendo la potencia administradora de iure y arrastra una responsabilidad moral, pero también legal. Nos hemos acostumbrado a vivir ajenos a un desastre que ocurre a apenas unos kilómetros de Canarias: la descolonización fallida del Sáhara Occidental, si obviamos Palestina, es el gran fracaso de la comunidad internacional. Hace unas semanas, cuando España consiguió entrar en el Consejo de Seguridad Nacional de la ONU, el presidente de la República Democrática Saharaui (RASD) dijo que era el momento perfecto para colocar el asunto en la agenda mundial. Pero, ¿hay posibilidades reales de que esto ocurra?

El Gobierno español ha mantenido siempre una postura ambigua. Aunque no reconoce oficialmente a la República Democrática del Sáhara ha sido un donante activo de ayuda oficial al desarrollo del Frente Polisario, pero especialmente de Marruecos, a quien le ha encomendado la tarea de controlar los tráficos ilícitos y luchar contra el terrorismo. Tampoco alza la voz cuando el régimen alauí explota ilegalmente los recursos saharauis y permite que la Unión Europea firme regularmente acuerdos de pesca que incluyen las aguas del Sáhara (y que favorecen mucho a la flota canaria).

El próximo expolio será en el subsuelo marino. Kosmos Energy está a punto de iniciar sondeos en aguas saharauis autorizadas por Marruecos. Igual que en el Archipiélago también hay oposición, pero la situación es distinta. El problema no es que los saharauis no quieran explotar sus recursos. Ni siquiera que legalmente Marruecos no pueda conceder licencias de trabajo sobre un territorio pendiente de descolonización. Lo que dice Naciones Unidas es que todo el beneficio de esas autorizaciones debe ser para el pueblo ocupado, una condición que nunca se da. Es sorprendente que una vez más en el Archipiélago -que, por cierto, se vería afectado en caso de derrame- no se escuchen voces que denuncien estos hechos. Este silencio complaciente recuerda al del Gobierno español y al de muchos otros, que han permitido que el conflicto se eternice y hace tiempo que decidieron apoyar, aunque no oficialmente, la opción marroquí. Son más partidarios de darle más autonomía al Sáhara y evitar su independencia con la excusa de garantizar la seguridad en el Sahel. De preguntarles qué piensan, de celebrar el discutido referéndum, ya no se habla.

@sarayencinoso