Hace más de tres años que “ladran, luego cabalgamos”. Frase esta achacada a Cervantes, Unamuno, Rubén Darío, entre muchos autores, aunque la autoría es de Goethe en su Poema Ladrador, y que dice concretamente “…ladran, señal que cabalgamos”. Tanto la primera frase como esta última, me sirven como preámbulo a los alaridos que a diario he de soportar desde esas instituciones que gobiernan esta nación, afirmando que la crisis es historia del pasado. Si es historia es pasado, totorota, dicción esta que se corea de manera simultánea, por toda la corte de seguidores y paniaguados peperos. Bien es verdad, que pasado unos días, la expresión es matizada por un responsable en la materia y aquí paz y en el cielo gloria, si es que hay paz y si es que hay gloria, pues la cabalgada que nos toca desarrollar nos impide ver con nitidez tales facultades. Un compañero de nuestra comida y tertulia semanal, dice de otro de la misma mesa que conllevamos “que no es amigo de sus amigos” y el primero, es que no le ha dado por mirar hacia la Moncloa, pues su actual inquilino es mucho peor. Él no ha de tener a nadie por amigo. Él utiliza a los que nombra en responsabilidad institucional y para cuando les quema, obedezca o no, les “dimite”, de tal forma que todo quede en que el abandonado sea el habitante del palacio gubernamental y no el destrozado autor de la dimisión. El señor Torres Dulce, por ejemplo, fue maltratado en su cargo y utilizado para intereses que beneficiaban al partido del Gobierno y al propio Gobierno, hasta el extremo que la presidenta de Catalunya dictó lo que iba a ocurrir con un mes de antelación a la querella presentada contra los actos de votación del 9-N. Son esos regalos que determinados gallegos hacen, de tal forma que nunca sabremos a ciencia cierta si son a nuestro favor o en contra. Este es un hombre que en lugar de ayudar a apagar los incendios provoca más de uno, y aun con la cerilla encendida en la mano, niega la evidencia. Utilizan el sufrimiento de la gente para dar un discurso vacío con fines lucrativos, revestido con una música emotiva y sin finalidad ninguna. Uno ve los informativos y hasta se emociona, cree en las personas y en la bondad humana y una vez termina su disertación, te quedas donde estabas. Lo que en realidad está ardiendo es todo el sur de Europa, todo el sistema y la vieja Europa del norte, haciendo caja de la mano de una Alemania que ya empieza a flaquear su economía recaudatoria e imperialista, aquella Europa de la que un día surgieron revoluciones. Ahora, incapaces de actuar, nos quedamos viendo información manipulada, tratando de creer que no se va a desmoronar la acción lograda que describía Steiner en La Dolce Vita, de Federico Fellini, siendo conscientes todos de que todo este escenario es sólo apariencia. El neoliberalismo esta montado en el robo y la mentira y lo adornan de justicia de pago, para que los pobres no lleguemos hasta ella.