Llega el fin de 2014 y con él también el fin de la legislatura. Entramos en un año electoral con más paro, menos empresas y más partidos polÃticos. Es difÃcil hacer un resumen del año. Siempre se queda algo en el tintero. Pero si algo hay que destacar es el grado de incompetencia de los gobiernos regional y central por solucionar los problemas ciudadanos. Si bien es cierto que la situación económica está mejorando (los datos macro económicos asà lo confirman), las pequeñas y medianas empresas y los hogares aún no notan esa mejorÃa. No será hasta bien entrado el año 2015 cuando la percepción ciudadana comience a cambiar. Dejamos atrás un año con una tasa de paro que supera el 30%, con una banca incapaz de dar crédito a las empresas y un Gobierno (el canario), mucho más preocupado por asuntos como el petróleo que la sanidad, el desempleo o la educación. Dejamos atrás un año donde los casos de corrupción brotan a raudales y, de manera alternativa, surgen partidos que, sin programas electorales sólidos, suben como la espuma porque hacen suyo el enfado ciudadano y dicen exactamente lo que todos queremos oir. Dejamos atrás un año en el que los jóvenes, azotados por el paro, se tienen que marchar fuera a buscar las oportunidades que no se les da en Canarias. Un año 2014 en el que el poder polÃtico se inmiscuye en el poder judicial y dimiten jueces y fiscales generales del Estado. Dejamos atrás un año donde se tumba una consulta porque una comunidad, la catalana, no quiere pertenecer a España. Canarias, en contra, empieza 2015 con un nuevo REF. Quizás menos ambicioso de lo previsto, pero nuevo y algo más adaptado a los tiempos. Pero sobre todo, el Archipiélago acaba un año envuelto en una bronca estatal por el tema del petróleo. Con un presidente del Gobierno, Paulino Rivero, que se va y por tanto dice lo que le da la gana. Ya no tiene que contenerse. El enemigo a batir no es el PSOE o el PP sino su propio candidato, Fernando Clavijo. Un presidente de una comunidad obsesionado con un asunto que ha llevado a los canarios a un callejón sin salida y que, seguro, traerá consecuencias insalvables en el futuro. Para previsibles pactos y para futuras relaciones con el Estado. Paulino Rivero se va el próximo año, no sé si a su casa, a ejercer su profesión, la de maestro, o a la presidencia del Club Deportivo Tenerife, pero se irá haciendo ruido. De eso no hay duda. Y, además, dejando a su partido, su candidato, y a los canarios a los pies de los caballos.