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Rafael Sanzio – Por Luis Ortega

   

El hallazgo en una colección granadina del modelo o, tal vez réplica, de La Madonna de Foligno, pieza magistral de la Pinacoteca Vaticana, es una gran noticia por la investigación sofisticada que la respalda y la fiabilidad de la atribución del profesor Luis Rodríguez Simón y por la popularidad y cotización que mantiene intactos el precoz genio. Rafael Sanzio o de Urbino (1483-1520) representó al artista ideal de un ciclo áureo, que no sólo recuperó los valores del helenismo sino que elevó el papel social de los creadores, hasta entonces tratados como artesanos. Hace ahora medio siglo trabajaba con el plácet papal de León X, después de servir a su antecesor Julio II y, en relación con el asunto de esta columna, el éxito llegó tras varios años de estudio y exhaustivas comparaciones con la tela original (320 x 194 cm.), encargada por Segismundo de Conti, cardenal camarlengo de Julio II y aprobada por éste, tras observar esta tabla menor (93,5 x 65,5), destinada seguramente a la casa del patrocinador. En ambas composiciones se repiten motivos y gamas; la Virgen y el Niño ocupan el plano superior, en una aureola de nubes y ángeles fundidos en el óvalo de delicados grises; en la parte inferior, tres actores de amplia iconografía en el Renacimiento (san Juan Bautista, y san Francisco de Asís, a la derecha; San Jerónimo y el donante, un hombre de confianza del Papa Guerrero, a la izquierda; en el centro del grupo, un ángel que sostiene una tábula, respaldado por un grato paisaje, seguramente de Foligno, antiguo y bello pueblo de la Perugia. Confirmado por la Universidad granadina, el descubrimiento se sostiene también en la aparición de las letras RU (Rafael de Urbino), en la bocamanga de la túnica de María; este anagrama, curiosamente, aparece también en la versión romana, sólo que en el nimbo que rodea la fastuosa y tierna maternidad. Un lujo para agregar al patrimonio español que cuenta con una docena de obras de este coloso de la historia del arte (la mayoría en el Prado que, con el Louvre, reúne la mayor cantidad de trabajos del último Rafael), otra en el Thyssen y atribuciones fundadas en museos públicos que bien pudieron ser tocadas por el maestro o producciones y copias de su nutrido taller, que llegó a contar con más de cincuenta discípulos y ayudantes. Hoy urge la protección de esa obra para evitar que salga del territorio nacional, cuando por la crisis, y con y sin permiso oficial, las subastas internacionales se nutren de firmas españolas y europeas, custodiadas por siglos dentro de nuestras fronteras y salidas sin pegas a la gran almoneda.