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Mediación en discrepancias – Por Andrés de la Vega Alcañiz

   

Continúo hablando de los políticos en mediación. Y que sepan y conozcan lo que es y puede ser la mediación; que no la confundan, como algún político al que he leído decir que es un arbitraje, hablar además, como si la mediación fuera exclusiva para la familia, y celebrar que la familia se “sometiera” a este arbitrio. Por favor, señor político, hable usted y todos de mediación, aunque sea bien, pero acertadamente. En el arbitraje actúa un señor particular, no juez, sea abogado o no, pero es el que decide. Eso es un arbitrio, que se llama laudo, y es casi como una sentencia. La mediación sólo ayuda a que las partes se pongan de acuerdo por ellas y entre ellas, hay un mediador neutral e imparcial que ayuda a que logren ese acuerdo. Muchas gracias, señor político. Siga hablando de mediación, aunque prefiera la familiar, pues comparto el amor por ella, por la que he realizado un master, que llaman experto en ella. Mi diferencia es que también, a la vez que le aplaudo su intención, lo hago con la mediación civil en general (de la que la familia es parte) y la mercantil (no olvide la importancia de los acuerdos entre empresas con personas físicas o sociedades, con bancos, con seguros, y de todas estas con sus trabajadores, o sea la laboral, con cuya formación y preparación me encuentro, o en concurso de acreedores -antes suspensiones de pagos y quiebras-, en que tengo la titulación de experto, y en la que también deseo participar); y no digamos en la penal, incluida la violencia de género que comienzo también con gran interés. No expreso esto para dar mi DNI de mediación, sino para que mi personaje que sólo escribía de mediación familiar y expresaba su importancia y satisfacción, pueda recordar, pues seguro que lo sabe, que hay otras también importantes y que merecen sus agradables elogios, y si aún no estuviera al tanto, también me alegro de poder colaborar en un afán sincero de dar a conocer mi organización mediaria, para todas ellas. Y ya no mucho más. Entérese, si me lee, como le leí: es medio y es camino para el acuerdo. Ayuda un mediador. Porque la mediación es un medio para las personas, para todas y cada una. Es institución, para la sociedad, la una el individuo cuando tiene problema o conflicto, con otra o con muchas otras.

Ejemplos múltiples, herencias, vecinos con un alcalde o concejal, con un ayuntamiento, un cabildo, con un banco, un comercio, con una empresa de servicios, de suministros, de alimentos, comercial. O entre miembros de la familia, entre parejas, matrimoniales o no, con hijos, con padres, entre hermanos. La mediación es intento de solución personal, familiar o de alguien aislado, o excluido y no aceptado o rechazado. Los problemas, los conflictos, puede parecer se dan entre dos o más personas. Es necesario que la mediación sirva como primer nombre que nos venga a la cabeza para intentar resolver un asunto, pues es lo primero que tiene a mano, y muy a mano. Lo explico: no hay distinción, no es mejor ni peor, que el asunto sea pequeño o grande, leve, mediano o grave, que afecte a mucha o poca gente; y no es necesario cumplir requisito alguno, ni ser muy conocido o lo contrario, hablar bien o no, relacionarse fácilmente o ser un “poco raro”. Toda persona, todo individuo, puede acudir a un mediador, por sí solo, sin nada, ni nadie más, quizá en primer lugar para enterarse lo que, por lógica, nada le ha de costar, en cuyo momento no tiene que exponer su problema, ni por qué quiera enterarse. Sus costes van a ser bajos, escasos o … ¿nulos?

*ABOGADO Y EXPERTO EN MEDIACIÓN