X
sociedad >

La pobreza también es política

   
<
>

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Exclusión económica y social, pero también política. Cuando el dinero escasea, ir al cine es un lujo y pagar la hipoteca un suplicio. Pero la privación material tiene, además, un efecto político. Las personas excluidas -con pocos recursos- se interesan menos por los asuntos públicos. Según el Informe sobre la exclusión y desarrollo social en España 2014, publicado recientemente por la Fundación Foessa y que abarca hasta 2013, dos de cada diez personas en Canarias están muy alejadas del espacio de participación política y social, y la tasa de privación del derecho a elegir representantes y a ser elegidos duplica la media estatal (10,8% en las Islas frente al 5%). El nivel educativo y el adquisitivo influyen en esta realidad, pero también otros aspectos, como el modelo minifundista: el tejido económico, basado en pequeñas empresas, desincentiva la participación. Pero, ¿afecta a toda la sociedad igual? Y ¿qué efectos tiene?

21,4%
El 21,4% de los excluidos consultados están convencidos de que la política no sirve para nada

José Adrián García Rojas, politólogo y profesor de la Universidad de La Laguna (ULL), no es muy optimista. Insiste en que es fundamental impulsar los instrumentos de participación que ya existen, pero es consciente de que es difícil movilizar a una ciudadanía que tradicionalmente ha estado alejada de las urnas y que arrastra un bajo nivel educativo y de renta.

En el Archipiélago hay una mayoría de población que participa con su voto en las elecciones, pero se detecta una variación importante en función de su grado de exclusión o de integración. Mientras que entre la población integrada la tasa de participación en las elecciones municipales es del 83,9%, entre los que están en exclusión social solo alcanza el 62,1%. La población en Canarias participa en las elecciones municipales, especialmente la integrada, en menor medida que la del resto de España. Además, la falta de interés en las elecciones y la creencia de que el voto no sirve para nada es un freno para el 3,1% y 7,3% de la población integrada y el 21,4% y el 9,7% de la excluida. La implicación ciudadana, no obstante, va mucho más allá de ir a votar cada cuatro años. Hay otros factores -afiliación a sindicatos y partidos, por ejemplo- que también hay que tener en cuenta. Para García Rojas, un aspecto a considerar debería ser cuántas personas estarían dispuestas a ir en una lista electoral. “Los partidos muchas veces encuentran dificultades para rellenarlas: no es tan fácil que alguien arriesgue su reputación. No hay incentivos para que los mejores participen”.

Abstención electoral
“Canarias, junto con Galicia, siempre se lleva la palma en abstencionismo electoral; es triste, porque el mecanismo más fácil para ejercer el derecho a la participación democrática es ir a votar en las elecciones: se celebran un domingo y no hay que inscribirse en ningún censo, como ocurre en Estados Unidos”, sintetiza el experto.

10,8%
La tasa de privación en la elección de representantes duplica la media estatal en Canarias

A pesar de este distanciamiento, existen diferencias dentro de la propia comunidad autónoma. Hay más participación en las islas occidentales que en las orientales, algo que tiene que ver con el perfil del elector.

Además de la brecha provincial, el nivel formativo es determinante. La ciencia política demostró hace mucho que hay un vínculo estrecho entre interés por la política y la educación. Las personas con estudios de Bachillerato o superiores se involucran más. Esta relación es más evidente en los comicios generales.

62,1%
El 62,1% de las personas en exclusión participa en elecciones municipales; el resto se mantiene ajena

Cuando se trata de elecciones locales la afluencia de votantes suele ser mayor y no hay una relación tan clara entre estudios y asistencia a colegios electorales. García Rojas, que analizó en su tesis doctoral el comportamiento de los canarios en las elecciones municipales, argumenta que en estos casos es mayor la participación en los municipios con menos habitantes y la formación no es determinante. “Hay más presión social: la gente está más motivada en los pueblos que en las grandes ciudades porque percibe más los problemas del municipio”.

Uno de los aspectos positivos de la crisis es que ha hecho que más gente salga a las calles a clamar por sus derechos y ha llenado los bares de conversaciones políticas. El número de personas que acudió a alguna manifestación fue superior en las Islas durante el año de estudio (2013) que en el resto del estado español.

Alternativas
El miedo a perder el empleo o la vivienda ha obligado a la gente a actuar: los problemas ya no son de otros, son de todos. El 15M fue el germen de la mayoría de los movimientos sociales que alumbró la crisis. A partir de él se consolidaron distintas plataformas ciudadanas y surgió Podemos. García Rojas vaticina un incremento del electorado en las próximas elecciones generales tanto en Canarias como en España. “Los ciudadanos ahora sí las perciben como decisivas”.

Lograr que intervengan en procesos de exposición pública, que acudan a encuentros con políticos o que se inscriban en asociaciones es mucho más complicado, pero no imposible. El profesor insiste en que ya existen mecanismos para ello -a pesar de que las democracias parlamentarias sean reacias por naturaleza a incorporar más mecanismos de participación- y cita como ejemplo los presupuestos participativos de Porto Alegre.

La gente debe involucrarse porque si no se corre un riesgo: “El peligro de tener a la gente muy movilizada es que se la acabe llevando hasta el precipicio y que la única salida que le quede sea tirarse”.

El miedo al bonapartismo

A la gente le cuesta participar, pero también cada vez hay más personas demandando que el margen ciudadano se amplíe. ¿Por qué no ocurre? Las democracias parlamentarias son reticentes a los instrumentos de participación directa. Creen que se pone en duda la representatividad del sistema y tienen miedo de caer en el bonapartismo, un modelo heredado de Napoleón que se fundamenta en invocar constantemente la voluntad popular a través de plebiscitos. Ese miedo se refleja en el número de referendums que se han realizado en los últimos años en las democracias parlamentarias. Reino Unido, “la madre de todas las democracias parlamentarias”, solo ha convocado, además del de la independencia de Escocia, el de la adhesión a la Unión Europea, explica Rojas. Los mecanismos de participación, sin embargo, van mucho más allá de las consultas. Para el docente de Ciencias Políticas es fundamental impulsar las asambleas ciudadanas y atraer a ellas a la población. Una idea interesante sería informar más de las posibilidades de participación a través de la televisión, plantea. Hay que llegar a la gente, pero también tener presente que siempre habrá más interés por lo más cercano, lo que, en principio, se considera que afecta más. Eso sí, sin olvidar que en un mundo global las distancias cambian.