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El poder de las palabras – Por Wladimiro Pareja Ríos

   

Solemos expresarnos con ligereza ante los niños porque creemos que las palabras se las lleva el viento, pero no es así. Las palabras con carga negativa son sustancias densas y pegajosas que, acompañadas de ciertas actitudes, se fijan a nosotros y nos resulta muy difícil sacárnoslas de encima. Pongamos el caso de Carlos, quien fue criado durante su infancia a golpe de crítica y menosprecio, con frases tales como “tú no vales” o “eres un vago” . Todo esto ayudó a que hoy sea un adulto inseguro de sí, siempre con esa sensación de no estar a la altura y con serias dificultades para relacionarse. Otras, como Marta, criada con expresiones como “eres una patosa“ o “solo vales para las cosas de la casa”, sin la debida estimulación y con la ayuda de estas palabras desafortunadas, dejó tempranamente el colegio para cuidar de la casa y de los hermanos. Hay palabras de aliento como “tú puedes”, “ánimo”, otras con las que reconocemos el esfuerzo del otro, como “gracias”, “muy amable”, que nos ayudan a crecer y a confiar, a seguir a delante y a arriesgarnos cuando la circunstancias exigen valor y tenacidad.

Un niño que crece con el apoyo y el estímulo adecuado, acabará floreciendo y nosotros como padres estaremos contribuyendo a evitarle muchos sufrimientos en su vida. Una palabra de aliento nos impulsa cuando ya estamos agotados y se precisa ir un poco más allá: una palabra sincera nos libera de esperas inútiles, nos ayuda a ser honestos con nosotros mismos cuando nos hemos perdido. Como vemos, su influencia puede ser positiva o negativa: pueden ayudarnos a sanar o, por el contrario, golpean, hieren, nos enferman. Hemos de recordar hablarnos con respeto también a nosotros mismos, evitar aquellas admoniciones de autodesprecio. Por ello, en los momentos tensos, se hace necesario retenerse antes de hablar y no decir cosas de las que nos vamos a arrepentir luego, dejando el espacio y el tiempo para descubrir la palabra que sí puede y, acaso, debe ser dicha, esa que se encuentra tras el silencio.
*Psicólogo (wladimiropareja@gmail.com)