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Canarios con alas recortadas – Por Carlos Alonso Rodríguez

   

En la forma de vida de los países, como en la de las personas, funciona el principio de las capacidades y las aptitudes. Se han dado casos de jugadores de baloncesto de corta estatura pero lo normal es que los más capacitados para jugar a la canasta sean personas extremadamente altas. Más altas que la media, desde luego. Un corredor de maratón puede ser gordo y corpulento, pero lo normal es que los fondistas sean personas muy delgadas y fibrosas. Un factor que determina el éxito en la forma de vida de un archipiélago como el de las Islas Canarias es la conectividad. En unas islas sin materias primas, sin ríos, ni lagos, sin yacimientos de minerales valiosos, con un suelo escaso y escarpado, se dan las suficientes limitaciones como para que haya que acudir a la importación de abundantes bienes y servicios que son necesarios para nuestra vida. ¿Y cómo los pagamos? ¿De donde sale la capacidad de adquirir eso que necesitamos de fuera? Pues también de fuera. Porque nos dedicamos a la venta de servicios turísticos y resulta que lo hacemos extraordinariamente bien. Por eso cada año millones de personas vienen a disfrutar de nuestro clima y nuestros paisajes maravillosos, de nuestro mar y de nuestro sol. Y todo eso que es fundamental para nosotros, la llegada de millones de visitantes y de muchos de los productos que necesitamos, se realiza a través de los aeropuertos que son las puertas por las que entramos y salimos de un archipiélago situado a casi tres horas de vuelo del continente europeo.

Por estas razones que son tan evidentes y tan sencillas de entender, la decisión del Gobierno central con respecto a la empresa que gestiona los aeropuertos, AENA, es enormemente peligrosa para las Islas. Se puede entender que para sanear las cuentas de la compañía y eliminar parte de su deuda de miles de millones se venda un importante porcentaje de AENA al sector privado (el 45%) pero es incomprensible que no se haya negociado esta operación con carácter previo con el Gobierno de Canarias. Bien para que participase capital de las Islas, bien para que existiera, en la parte pública, una presencia institucional de la Comunidad Autónoma. Nos pasamos la vida vendiendo a Canarias por el mundo, acudiendo a ferias de turismo -como a la reciente de FITUR- haciendo campañas en los países emisores de visitantes, vigilando a la competencia… y de repente nos enteramos de que la política de tasas aeroportuarias la va a determinar una empresa privada o de que las inversiones en las nuevas infraestructuras de los aeropuertos canarios van a pasar por un consejo de administración donde estarán representantes del capital privado. ¿Van a coincidir los intereses legítimos de unos empresarios, que lo que quieren es rentabilizar sus inversiones y obtener beneficios, con los intereses de unas Islas que lo que quieren son aeropuertos baratos que muevan muchos aviones y muchos turistas para que dejen dinero en nuestras instalaciones hoteleras y en nuestros restaurantes y comercios?

Ya les digo yo que no. Que no van a coincidir. Porque estoy seguro de que la nueva AENA va a intentar mejorar la gestión de los aeropuertos sobre criterios de calidad pero también de ahorro de costos. Se van a estudiar y evaluar de nuevo importantes inversiones que los canarios llevamos esperando mucho tiempo. Y tal vez algunas se retrasen o no se hagan. Se va a rentabilidad el negocio aeroportuario con nuevas políticas de personal y de ingresos operativos, de tasas y de precios de servicios. Y todo eso puede estar en contradicción con las necesidades del sector turístico de las Islas. Hace falta espíritu de dialogo y entendimiento. Hace falta expresarle al Gobierno central que el sistema de los aeropuertos de Canarias es esencial para nuestra forma de vida y que las islas no pueden estar ausentes de participar en su control. Y estoy seguro, lo digo con todo el convencimiento del mundo, que cualquier gobernante sensato entenderá nuestros argumentos y nos hará caso. Por sentido común y por un elemental sentido de la justicia. Lo contrario me resulta impensable.

*Presidente del Cabildo de Tenerife