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La eterna leyenda del deporte tinerfeño

   

Basilio Labrador

Basilio Labrador. / DA

basilio labrador

JUAN J. GUTIÉRREZ | Santa Cruz de Tenerife

Los Realejos reconoció el pasado viernes la figura de uno de sus deportistas más ilustres, el marchador Basilio Labrador Sanabria. El Pabellón de Los Realejos lleva desde este fin de semana el nombre de un pionero y referente del atletismo tinerfeño y canario. “Que te reconozcan en tu pueblo es lo más grande a lo que puede aspirar un deportista”, afirmó emocionado.

“No sé que han visto en mí para merecer este honor. Los Realejos está colmado de gente muy interesante e importante, personas de todo tipo que trabajan día a día para el bien de este pueblo. Me gustaría pensar que ha sido por una labor a la constancia, el llevar 33 años siempre vinculado al atletismo, dignificando un largo trabajo, y por ello me siento muy agradecido. He sido deportista de base, de élite, y ahora estoy retirado, pero sigo comprometido con el atletismo como el primer día, e intento transmitir mi experiencia y conocimientos”. Uno de los pioneros en el atletismo tinerfeño ha vivido con satisfacción la transformación de este deporte tanto en instalaciones como en participantes. “He tenido la suerte de empezar en pistas de tierra y ver cómo Tenerife ha crecido en infraestructuras. Ahora el atletismo realmente se puede entrenar bien, quizás nos falten algunos parques, etc., pero el que no entrena hoy en día es porque no quiere o no le gusta. Me alegra mucho que la gente participe ahora más en las carreras populares, como filosofía de vida, como hobby, o con objetivos concretos de marca. Sin embargo, el atletismo de élite es un deporte muy duro y cada vez vemos que las marcas, en algunas especialidades, son peores. Es muy difícil que un deportista pueda entrenar hoy en día tres o cuatro horas para lograr una marca, porque es muy complicado, además de que debes tener una constancia y un entrenamiento. Pero a la vez es gratificante ver cómo un maratón, una carrera popular o una carrera de montaña mueven a miles de deportistas y espectadores”.

Basilio Labrador es incombustible y sigue al pie del cañón, entrenando cada día. “Yo le debo todo al atletismo. Yo no sabría ahora mismo enfocar mi vida si no entreno cada día; me encanta lo que hago, salir a la calle, saludar a la gente… Creo que este deporte tiene algo especial, me siendo muy agradecido y muy recompensado. He podido conocer mundo, nuevas culturas y muchos amigos”.

Maestro y guía de varias generaciones de atletas, Basilio trasmite cada día sus amplios conocimientos y experiencia entrenando a un numeroso grupo entre los que se encuentran jóvenes marchadores y corredores mayores, muchos de Los Realejos. “Llevo a 24 deportistas veteranos y aficionados y a cuatro deportistas de élite, entre ellos, al subcampeón de España cadete de marcha, Yeray González. A mí me gusta mucho y disfruto con lo que hago, no me gusta decir no a la gente que viene un poco perdida y que necesita consejos para afrontar una trail. Intento ayudarles, asesorarles, pasarles una guía y como mínimo entrenar con el grupo grande tres días a la semana. Con los marchadores tengo más contacto, nos vemos cuatro o cinco días a la semana. Me siento muy afortunado de contar con este grupo”.

Este realejero de La Cartaya, nacido el 29 de marzo de 1967, comenzó en la marcha atlética en 1981 en el colegio San Agustín de Los Realejos, y le apasionó. A continuación guió sus pasos Miguel Carballo y posteriormente Romualdo García, con el que logró ser campeón de España de pista cubierta y al aire libre en 1988 en la categoría Promesa, y su primera convocatoria con la selección. Otra casualidad hizo que un domingo se encontrara a Jordi Llopart (plata en los Juegos Olímpicos de Moscú 80) entrenando en Las Cañadas. Al lado del catalán, Labrador ya empezó a rendir al máximo nivel y se codeó con la cumbre de la especialidad, destacando el quinto puesto en el Mundial de Stuttgart (1993) en 50 kilómetros marcha y el cuarto lugar en el Europeo de Split (1990), además de una plata en el Campeonato de España de 1999 y tres bronces en 1989, 1990 y 1994. Convocado en 19 ocasiones por la selección nacional, participó en dos Campeonatos del Mundo, dos de Europa y varias Copas del Mundo y de Europa, logrando dos subcampeonatos mundiales por equipos (1993 y 1999) y dos títulos de la Copa de Europa (1995 y 1997).

Cuestionado por estos éxitos deportivos, Labrador recuerda con cariño el cuarto puesto en el Europeo y el quinto en el Mundial. “Fueron extraordinarios. La recta final en el estadio de Stuttgart fue emocionante sabiendo que en Tenerife estaban viéndome en la tele mi familia y amigos. Pero sin ser ridículo, ahora estoy atravesando el momento más importante de mi vida. Las cosas hay que valorarlas, hay un camino detrás que he recorrido, y aunque ya no tenga la misma ilusión y el hambre por ganar o rebajar una marca, me encanta y me gratifica estar detrás de una salida y seguir entrenando. Y me siento satisfecho de organizar un viaje a Gran Canaria y desplazar a 61 deportistas a competir”.

Inspiración de grandes deportistas, su gran pupila, Tere Linares, siempre comenta con orgullo que “el 9 de mayo de 1986 fui a parar al lugar adecuado, al polideportivo de Los Realejos donde se entrenaba Basilio Labrador. Aquel día sin duda cambió mi vida. Conocí a un incansable y humilde deportista, pero también a la persona más honrada y generosa que he conocido”. Tras casi tres décadas compartiendo miles de kilómetros de entrenamientos y cientos de carreras, ambos siguen disfrutando de su gran pasión: seguir corriendo y compartiendo su ilusión con todos sus amigos y las jóvenes generaciones. “Nos encanta lo que hacemos y ninguno de los dos estamos aburridos, al contrario”, sentenció Labrador.

Sacrificio. No ha sido fácil, ha tenido que trabajar muy duro para hacerse un hueco desde Tenerife en una especialidad, como es la marcha atlética, donde España está en la élite mundial.

Sus inicios.
“El compañero que hacía la marcha enfermó y le sustituí. Estuve más de una década en la élite pero nunca fuí un profesional, siempre compaginé mi vida laboral con la deportiva”.

Acarició el cielo en el Campeonato de Europa de Split (1990) y en el Campeonato del Mundo de Stuttgart (1993).

Trabajo diario. “Mi motivación para seguir trabajando y entrenándome día a día es ver a aquellas personas que se esfuerzan por el trabajo bien hecho, y lo trasmiten como un valor de sus vidas”.

Basilio y Tere. Ambos son el referente de muchos deportistas que vieron en ellos el espejo donde mirarse, la lucha, la entrega, su espíritu indomable y el sacrificio por conseguir unos objetivos.