X
DESDE LA ÓPTICA >

A pagar los errores – Por Javier Rabanal

   

Es es el Tenerife de la 2014-2015 un equipo carente de confianza consecuencia de una plantilla descompensada y con múltiples carencias. Este conjunto, que navega en la tempestad que otorgan los puestos bajos, lucha por no acabar la temporada en un pozo que sería letal para la moribunda entidad blanquiazul. Además de luchar contra sus propias carencias y contra el abandono de una masa social reducida a poco más de 6.000 fieles los días de partido en casa, ahora se suma el problema de los arbitrajes. Entre el partido de ayer y el de Albacete los asistentes le han escatimado al conjunto tinerfeño tres puntos.

Partiendo de la base de que los árbitros siempre buscan acertar para lograr una perfección que nunca se alcanza y que es su labor la más complicada de este deporte, hay que decir que molesta a veces ese discurso encaminado a decir que tienen el mismo derecho a fallar que los jugadores. Ese postulado es una de las afirmaciones más vacías e irresponsables que he podido oír en mis años de fútbol. Cuando un jugador como Ifrán falla a puerta vacía (si es que lo hace) la puntuación del árbitro no se resiente. Es la misma. Cuando un asistente anula mal un gol en Albacete un entrenador cuestionado pierde su puesto de trabajo. ¿Quién dice que el empate en el Carlos Belmonte no hubiera salvado el puesto de Cervera?

La cosa es que ahora en esta categoría somos el pez chico y a ese es muy fácil pitarle. No sería justo culpar de la situación global del equipo a los árbitros ya que, como he empezado enumerando, son más los males que aquejan a este enfermo. El sábado, en un campo impracticable se hizo lo que se pudo y se obtuvo un valioso punto que puede ser determinante a final de temporada. Además de todo esto consiguió Concepción lo que quería, desviar la atención de una desastrosa gestión de la que ahora poco se habla. Las tertulias esta semana hablarán de puntos, juego y árbitros ganando el presidente una semana más de crédito. Si la cosa sale bien, perfecto.

Y si no, con hacerse el sordo ante los gritos que piden su dimisión desde la grada tiene el problema resuelto. Al final, a estas alturas se trata de salvar la categoría y la entidad por otro lado intentando, en la medida de lo posible, cambiar el proyecto, ya que si al final hay que pagar los errores este club puede ser historia.