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Los primeros de la vieja guardia

   
Juan González Barroso, Leandro Marrero y Ángel Cruz Casañas. / FRAN PALLERO Juan González Barroso, Leandro Marrero y Ángel Cruz Casañas han formado la asociación de policías veteranos de Santa Cruz. / FRAN PALLERO Juan González Barroso, Leandro Marrero y Ángel Cruz Casañas. / FRAN PALLERO
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Juan González Barroso, Leandro Marrero y Ángel Cruz Casañas han formado la asociación de policías veteranos de Santa Cruz. / FRAN PALLERO

NATALIA TORRES | Santa Cruz de Tenerife

Corregir, advertir y denunciar. Estas eran las premisas que los agentes que entraban a formar parte de la primigenia Academia de Policía Local recibían sobre cuáles eran sus funciones una vez que finalizaban su instrucción. Leandro Marrero, Miguel Ángel Cruz Casañas y Juan González Barroso, formaron parte de la primera promoción de guardias municipales, como se les conocía entonces, allá por 1974 cuando comenzaron a trabajar para el Ayuntamiento de Santa Cruz, los mismos que hoy son presidente, vicepresidente y secretario respectivamente de la asociación de veteranos de la Policía Local capitalina, un cuerpo que este año cumple 175 años de su nacimiento. La asociación de veteranos, de la que todos los policías locales forman parte, tiene como objetivo que los agentes que se jubilen no se desvinculen del cuerpo y sigan teniendo un punto de reunión con los compañeros. Todos señalan a Barroso como el “culpable” de que los veteranos del a Policía Local cuenten con una asociación que, después de mucho hablarlo, se formó en 2004.

Vocación de servicio
Cuando se les pregunta a estos veteranos cómo era su trabajo hace 40 años, cuando comenzaron en la Policía Local, Barroso recuerda como antes se desempeñaba un servicio más de cercanía, un policía de barrio, uno de esos que ahora se echa tanto de menos.“La gente nos conocía y nosotros los conocíamos a ellos. Incluso hacíamos los servicios preguntándole a los vecinos cómo iban las cosas y teníamos los puntos determinados para informarnos”, recuerda. Hablan de un Santa Cruz sin semáforos y con a penas cruces de importancia. Cruz recuerda como se paraba en un kiosko y hablaba con la dueña para saber cómo iba el barrio, “nosotros lo informábamos en un parte y lo elevábamos a la jefatura para corregir las anomalías que encontrábamos”.

Promoción
Estos agentes ya jubilados formaron parte de la primera promoción de la Academia de la Policía Local

Estos veteranos quieren poner en valor su experiencia, ofreciendo su colaboración a la jefatura y a los compañeros para cuánto necesiten. “No se trata de dar clases sino que cuenten con nosotros para contar nuestra experiencia a los nuevos que entran”, añade y pone como ejemplo la colaboración que prestan con el circuito infantil de seguridad vial.

Cruz, que se jubiló de inspector en marzo pasado, defiende que él aprendió mucho de los compañeros antiguos, “entonces la filosofía era la de que teníamos que servir al ciudadano por encima de todo porque ellos son los que nos pagan”.

Más sensibilidad
Reconocen que están algo decepcionados con la Jefatura por no haber contado con ellos para los actos del 175 aniversario. “De momento no nos han dicho nada”, señala Cruz que explica que, “presentamos una idea para que, coincidiendo con las celebraciones, le hicieron un homenaje al policía jubilado vivo más antiguo que es nuestro compañero Epifanio López que este mes cumple 94 años”.

40 años
Comenzaron su labor en 1974 como guardias municipales para jubilarse luego como policías locales
Reclaman algo más de sensibilidad para con una asociación que sólo pretende colaborar con el cuerpo (aún no se han reunido con el alcalde). Excursiones, viajes, senderismo y otros servicios como por ejemplo la caja mutua, un seguro de defunción al que se pueden acoger todos los miembros de la asociación, están entre las prestaciones que ofrecen.

Entre risas recuerdan como cuando estaban en servicio tenían que hacer casi de todo. “Si se averiaba un vehículo entre cuatro lo subíamos a la acera para que no interrumpiera el tráfico”, recuerda Marrero. Barroso a su vez recuerda los primeros servicios en Las Teresitas, cuando aún estaba en la academia, “nos obligaban a ir a pintar los aparcamientos con cal y hasta un día le tuvimos que pedir una azada a un vecino para arreglar una pendiente en la que se atascaban los coches”. “Hacíamos de todo”, constatan estos veteranos.

La última de las anécdotas que recuerdan es la de Marrero (Yayo como lo conocen todos) con unos burros en la avenida de Anaga, “nos avisaron que había dos burros sueltos y que podían provocar un accidente. Nos fuimos para allá y los encontramos en unos jardines y como no querían salir, pues me subí y los saqué de allí”, recuerda entre risas.