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EUROPA PRESS | Nueva York / Colonia
El copiloto del avión de Germanwings, Andreas Lubitz, estaba buscando tratamiento para corregir problemas de visión que podrían haber puesto en grave peligro su carrera como piloto, según informaron dos fuentes oficiales cercanas a la investigación al periódico The New York Times. Se desconoce la gravedad de este problema o si podría estar relacionado con su trastorno mental, y no se descarta que esta deficiencia de visión pudiera tener una causa psicológica, según el mismo medio. Además, Lubitz estaba familiarizado con la zona donde estrelló, como apuntan las investigaciones, el avión de Germanwings. El copiloto visitó de pequeño, entre 1996 y 2003, el club de parapente de Sisteron, según informó un miembro del mismo.
Por su parte, el fiscal de Marsella, Brice Robin, encargado del caso del siniestro de la aeronave, declaró que el incidente es un caso de “homicidio involuntario” porque no cree que Lubitz tuviera intención de matar a los pasajeros a la hora de estrellar el aparato. “Estuvimos a punto de cambiar la calificación”, hizo saber Robin al diario francés. Tal decisión no tuvo lugar por una cuestión de objeto e intención.
El acto del copiloto se debió a un “deseo espontáneo de destruir el avión”. Para que el caso hubiera sido considerado asesinato, “debía haber sido consciente de que quería matar”, explicó. Mientras, la exnovia de Lubitz aseguró que el joven quería “cambiar el sistema” y pretendía que su nombre fuera recordado para la posteridad, según declaró en una entrevista al diario alemán Bild. La mujer, identificada como María, de 26 años, confesó al medio alemán que Lubitz demostraba ocasionalmente ataques de ansiedad y pesadillas. “Un día voy a hacer algo que cambiará el sistema entero, y entonces todos van a saber mi nombre y recordarlo”, parafraseó María. “Nunca supe lo que quería decir, pero ahora tiene sentido”, añadió en la entrevista. María, asistente de vuelo, reconoció que llegó a sentirse asustada por el comportamiento del piloto, que se despertaba por la noche gritando “¡Nos vamos abajo!”. “Sabía cómo esconder de los demás lo que le pasaba dentro”, añadió la chica.
La asistente sospecha, por último, que Lubitz estrelló el avión porque comprendía sus problemas de salud. “El trabajo de sus sueños era trabajar para Lufthansa como capitán, y entendió que largo plazo eso era prácticamente imposible”, recalcó.
Al respecto, Ramón Domínguez-Mompell, médico examinador aeronáutico de un centro autorizado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, dejó claro que una persona “con un síndrome mayor de depresión”, como podría ser Lubitz, debería haber tenido “un tratamiento vigilado por especialistas”.
Alemania celebrará el próximo 17 de abril en la catedral de Colonia un funeral por las víctimas del accidente de avión de Germanwings en el que perdieron la vida 150 personas, la mayoría alemanes y españoles, confirmó ayer a dpa un portavoz del gobierno de Renania del Norte-Westfalia. También ayer, cerca de la zona del accidente del Airbus, se celebró una ceremonia religiosa en honor a las víctimas mortales en la catedral de Notre Dame du bourg en la localidad de Digne-les-Bains.
Ante el altar se dispusieron 150 velas, una por cada uno de los fallecidos, que fueron encendidas en una emotiva ceremonia oficiada por el obispo de Digne-les-Bains, Jean-Philippe Nault, de 49 años de edad, el obispo más joven de Francia. Al funeral de Colonia se espera que acudan el presidente federal de Alemania, Joachim Gauck, la canciller alemana, Angela Merkel, y representantes de Francia, España y otros países que perdieron también ciudadanos en el accidente. De hecho, en el avión había personas de Australia, Bielorrusia, Colombia, Dinamarca, Reino Unido, Irán, México, Marruecos, Países Bajos y Venezuela.