El conspicuo ministro de Hacienda, el ministro más dicharachero de la actual corte mariana, se ha dirigido al también hombre de letras y de ciencias, más religioso, si cabe, y no menos dicharachero, así mismo investido del mayor de los cinismos, llegando incluso, a superar con demasía, al padre de tal hacer, el gran Epicuro.
Solicitándole que se abra de nuevo aquella gloria del franquismo que fue el Índice de los libros prohibidos, y que para empezar él aporta como libro dañino para la vida en democracia El espíritu de las leyes, del francés Montesquieu, obra de enorme trascendencia y de cita constante en cualquier manual de ciencias políticas, y más aún si a democracia se refiere.
Bochornosa, afrentosa, deshonrosa y hasta ofensiva, fue la respuesta que el juez Ruz recibió de las Agencia Tributaria, con respecto a los pagos en B, a la posible financiación ilegal del partido y los vínculos financieros con las remodelaciones de la sede central y algunas sedes más, autonómicas. Sr. Montoro, esa respuesta, por sí sola, es un insulto al magistrado y por ende a la sociedad, al querer comparar el cubil popular, con una institución de ayuda social.
No podemos creernos que ahora, amén de hacer mala política, también tengáis largas colas de necesitados, al igual que las de Cáritas o Cruz Roja para repartir comida, aunque visto así, muchas de las culpas la tienen sus políticas, pues ya está bien con eso de la herencia recibida. Usted sr. ministro en minúsculas, los suyos y el o la que “por imperativo legal” lo escribió, nos llama tontos y nos insulta en grado superlativo.
Otra cosa muy fea es que el informe emitido por la Agencia Tributaria visitara las redacciones de los medios afines a su persona y del partido, para que luego lo viera el juez. Los truhanes en su lenguaje son incapaces de actuar así, salvo que sean sacados de sus casillas, que se les acorrale y no vean escapatoria. Cuando son pillados en el acto de su fechoría, mienten en defensa propia y eso la ley lo contempla en el acto de defensa, siendo la justicia la que se encarga de demostrar lo contrario. Pues por eso, espero la respuesta de su señoría.
No sé lo que le está ocurriendo a la clase política en estos últimos tiempos y más concretamente en esta España, todos andan muy revueltos y llenos de mucho nerviosismo, hablando incluso, contra ellos mismos. En estos días pasados el señor González vino a manifestar a una pregunta, en un periódico de tirada nacional: “… ¿Los políticos imputados deben estar en las listas electorales?”, donde Felipe González, afirmó “que sería un error excluirles de dichas listas…”, con lo que deja muy claro que si está o no investigado (sustituto del término imputado) da lo mismo…
Ahora es cuando empiezo a ver con claridad lo de Gómez en Madrid, y no por el sustituto, mis respetos al señor Gabilondo, sino porque Gómez no estaba en tal trance y, por lo visto, era requisito de imperativo legal.