Watermelon es el título de la obra con la que el pintor tinerfeño ganó un mención especial en la IV Bienal de la Acuarela Iberoamericana, abierta en el madrileño Palacio de la Moneda hasta el próximo abril. Este prestigioso certamen está organizado por la Agrupación Española (AEDA), fundada en 1945 y con notable trayectoria de divulgación dentro y fuera del Estado. En esta edición participan como invitadas asociaciones de Canadá, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Argentina y Chile, que se suman a las representaciones de comunidades, ciudades autónomas y capitales de provincias de España. En este encuentro, que revela la buena salud de la aguada, coinciden artistas de distintas edades y rumbos, con temas usuales de la aguada: paisajes rurales y urbanos, planteados con mayor o menor detallismo, naturalezas muertas, bodegones (en ese capítulo figura con reconocimiento unánime el realismo cuasi mágico de Toba), floreros, retratos ajustados o con sugestiones expresionistas y abstracciones que fían sus efectos al imperio de la mancha. Entre el variado centenar de cartones, destacan por su decisión y estilo, Aurora Charlo, creadora de playas cálidas y solitarias; Margarita Forteza y Javier García por sus sueltos encuadres urbanos; Antonio Cosano, Luis Lomelino, Isabel Ortuño, Javier Zorrilla y el informalismo de Jordá Vitó y Alí Golbaz, entre otros. Mención especial merece Carmen Vera Callejo, expositora habitual en Tenerife, que impartió lecciones magistrales y prácticas ante un numeroso y fiel alumnado, en la faceta docente que incluyen estas conocidas bienales. Los objetivos de la organización y el comisario José Ysmér se cumplieron así con holgura, tanto por la calidad sin cuestión de las piezas seleccionadas como por la variedad temática y técnica que conjuga la ortodoxia clásica con experimentaciones audaces. Unas y otras abonan la acreditada versatilidad de la pintura al agua que, a fuerza de talento y virtuosismo, perdió tópicos reductores y hasta vejatorios -en tanto fue considerada como una tarea menor y de mera habilidad- y ganó espacio en el coleccionismo y la consideración crítica. Desde las corrientes figurativas a las vanguardias de entreguerras, desde el expresionismo en todos sus frentes hasta el pop art, el hiperrealismo y las tendencias posmodernas, el palacete de la calle Doctor Esquerdo nos ofrece la oportunidad, además, de contemplar la correspondencia conceptual y procedimental entre los artistas de las dos orillas del Atlántico.