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Dos generaciones y los mismos problemas

   
Alicia Espejo Campos y Ángela Sierra González, profesoras de Filosofía. | S. M.

Alicia Espejo Campos y Ángela Sierra González, profesoras de Filosofía. | S. M.

SARAY ENCINOSO | La Laguna
Foto: SERGIO MÉNDEZ

Las separan más de cuarenta años, pero desempeñan la misma labor a escasos metros y se enfrentan a problemas muy parecidos. Ángela Sierra (Barcelona, 1945) y Alicia Espejo (Santa Cruz de Tenerife, 1988) son profesoras en la Universidad de La Laguna. La primera lleva décadas dando clase y la segunda empezó el curso pasado en el Departamento de Derecho Administrativo. Las dos son licenciadas en Derecho y antes de adentrarse en la docencia se plantearon ejercer. Sin embargo, la vocación tardía acabó alcanzándolas: Ángela Sierra se doctoró en Filosofía y desarrolló su conciencia social como eurodiputada, pero también como decana de su Facultad durante muchos años. Alicia Espejo superó las pruebas del Despacho de Garrigues, pero en el último momento se dio cuenta de que en realidad no soñaba con ir a los juzgados sino a las aulas. DIARIO DE AVISOS charló con ambas sobre la sobrecarga docente, la nueva figura del profesor administrativo y el efecto en la transmisión del conocimiento a la sociedad.

-La Universidad de La Laguna en la que empezó Ángela no es la misma a la que llega Alicia. ¿En qué ha cambiado?
Ángela Sierra: “El esfuerzo de la docencia sigue siendo similar. Lo que ha cambiado es la incorporación de las nuevas tecnologías. Ha sido gradual porque las universidades públicas no siempre han dispuesto de medios, lo que ha hecho que en la universidad española hayan coexistido en la década de los 90 profesores de la estilográfica, profesores de las Olivetti y profesores del ordenador. La llegada del campus virtual ha sido una experiencia muy positiva. La oferta de enseñanza ha variado tanto y se ha vuelto tan compleja que, salvo por el precio de las matrículas, hoy las enseñanzas podrían estar muy al servicio de la sociedad. Es el precio lo que puede hacer o no hacer accesible el aprendizaje y la enseñanza”.

-¿Qué es lo que más le sorprendió a Alicia al llegar a la universidad donde ya había estado, pero como alumna?
Alicia Espejo: “El clima de trabajo es fantástico, pero me ha sorprendido que dar una clase de primero de carrera en la Universidad es como estar en con chicos de instituto. A mí a lo mejor se me ha hecho más difícil porque soy joven. Cuando yo estudiaba, lo que decía el profesor iba a misa. Hoy hacen valer sus derechos”.

- El precio de las tasas está alejando a muchos estudiantes de la universidad: o no estudian o acaban en FP por descarte…
A. S.: “El sistema de enseñanza superior ha sido un ámbito de movilidad social y de distribución de la riqueza de manera indirecta. Desde el momento en que encareces el sistema de tal manera que haya un sector cada vez más amplio de la población que no puede acceder, esa vía de movilidad social queda cerrada. Además, si hay algo que ha supuesto esa apertura a la igualdad de oportunidades es que se ha introducido la cultura del mérito. La cultura de ‘yo adquiero esta carrera porque me la pueden pagar’ implica una concepción totalmente distinta, no solo de sociedad, sino de aprendizaje y de enseñanza”.

A. E.: “Estoy totalmente de acuerdo. Todo el mundo tiene que tener derecho a elegir si quiere estudiar o no. Pero necesitamos un sistema de becas que atienda a la gente que verdaderamente lo necesita y que no permita usos perversos”.

A. S.: “En una democracia el ciudadano debe poder elegir, pero es que, además, si adoptamos un sistema que descansa exclusivamente en la capacidad económica del individuo para alcanzar la formación, perderemos talento”.

Si no tienes cargas familiares, te vas a cualquier país donde te valoren”

-Además, si apagamos ese ascensor social que es la universidad se puede generar frustración.
A. S.: “Efectivamente, se pueden abrir otras formas que alteren la cohesión social de una sociedad, como son las protestas…”.

-Con la reforma del 3+2 se vende la convergencia con Europa, el mismo argumento que se utilizó con el plan Bolonia. ¿El ideal europeo seguirá convenciendo a los estudiantes?
A. S.: “El verdadero problema es que no ha pasado tiempo suficiente desde la última reforma para evaluar los resultados. Pero discutir el tres mas dos sólo en términos de economía, de uno es más caro que otro, nos puede llevar a engaños. Hay que analizar el impacto en la investigación, en la formación y en la propia transferencia de conocimiento a la sociedad. Por supuesto que el precio cuenta, y el encarecimiento es real, pero aparte de esa hay muchas más razones para oponerse a la reforma”.

A. E.: “Nos vendieron que la formación iba a ser equiparable en cualquier punto de Europa y en el fondo es una mentira. Solo llevar tu expediente de La Laguna a Las Palmas es un problema. El modelo del 3+2 puede ser bueno para formar a especialistas en materias determinadas, pero el precio debería ser igual que en los grados”.

-Influirá en la movilidad social de la que hablaban antes…
A. S.: “Claro. Vamos a tener dos tipos de profesionales. Un profesional de calidad y otro generalista de difícil encaje en el mercado”.

-A la universidad ya se la acusa de no servir a la sociedad, de no formar a profesionales para el mercado o no transferir todo el conocimiento que debiera…
A. S.: “La enseñanza superior fue siempre elitista. La universidad alemana, la universidad humboldtiana, estaba formada por un conjunto de investigadores y docentes que no buscaban tener repercusión. Esa universidad ha ido cambiando paulatinamente a lo largo del siglo XX. Acusar hoy a las universidades de vivir de espaldas a la realidad es una falta de rigor. ¿Dónde se hace la investigación en oncología, en idiomas, en derechos humanos?¿No supone eso una repercusión constante, permanente, de las universidades en la sociedad?”

- Lo que sí es un problema es que los titulados que quieren dedicarse a la investigación solo pueden hacerlo en la universidad, donde el cupo es reducido, y se acaban marchando…
A. S.: “El recorte en investigación ha sido brutal. Las investigaciones que se están realizando en el terreno de las ciencias son aquellas que tienen que ver con los intereses de empresas, que son quienes las financian. Por eso muy buenos investigadores se están marchando a sitios donde se puede investigar. Hay muchos ingenieros de Canarias trabajando en países escandinavos. Jóvenes muy formados con una gran capacidad, con talento, que tienen que marcharse”.

-El Banco Central acaba de publicar un informe donde alerta del peligro y del coste económico que supone ese éxodo masivo de personal cualificado…
A. E: “Las únicas opciones de trabajo que tienen los universitarios aquí se reducen a trabajar ocho horas como becario cobrando 426 euros. Si tienes un poco de amor propio y no tienes que darle de comer a tus hijos, te vas a cualquier país donde te valoren”.

- Y España luego tiene que comprar a Alemania la tecnología que crean nuestros investigadores…
A. S.: “Es que hay un problema en Alemania que no se dice abiertamente. Los alemanes ya no estudian ingeniería. La matrícula ha descendido muchísimo. Alemania nos pide ingenieros porque su universidad no se los da”.

Si encareces la universidad, cierras la vía de la movilidad social”

-Aquí hay menos universitarios en carreras de humanidades. ¿Se debe a que se transmite la idea de que son estudios con baja inserción laboral?
A. S.: “Yo no veo diferencias sustanciales en la matrícula. Hay una caída de alumnos en general en la universidad, pero se debe a la incapacidad para pagar la matrícula”.

A. E.: “Yo nunca recomendaría estudiar una carrera porque tenga salidas laborales. Comparto con Ángela la idea de que ha descendido el número matrículas por una cuestión puramente económica. Los alumnos no se están yendo de humanidades al campus de Anchieta, se están yendo a estudiar un módulo”.

-A pesar de todas estas dificultades para estudiar, no hay grandes movilizaciones. Hoy (por el miércoles) había una huelga en contra la reforma del 3+2 y no ha habido protestas importantes. ¿Por qué?
A. S.: “No sé… El perfil de los estudiantes cambia con las generaciones. Varía hasta el interés que ponen en estudiar. Quien lleva ya mucho tiempo dando clase nota los cambios generacionales, la disposición a aprender y a vincularse a movimientos reivindicativos. Recuerdo que en el año 86 o 87, cuando estaba el ministro Maravall, se produjo uno de los movimientos reivindicativos más fuertes y grandes que ha habido en España. No cabe descartar que en una situación de crisis creciente como la actual, de pérdida de la propia movilidad social, de aumento de la crisis de la propia universidad pública, el contexto reivindicativo pueda ir a más. No obstante, no puedo aventurar ninguna diagnosis, porque sería un movimiento que empieza ahora; de momento no se está fraguando. En otras ocasiones he visto cómo los estudiantes se daban cuenta gradualmente de que había que tener una presencia ante las instituciones o en las calles, una presencia reivindicativa. No estoy segura de que eso esté ocurriendo ahora. No ir a clase porque hay huelga pero no hacer nada no tiene ningún potencial reivindicativo”.

A. E.: “Yo noto que hoy los alumnos son mucho más reivindicativos de lo que eran antes, pero en otro sentido. Antes un aspecto tan tonto como impugnar un examen era algo inimaginable para mí. Ahora se hace sin ningún problema. Eso sí, cuando hay huelga sabemos que no vienen a clase, pero también que no van a manifestarse”.

-¿Somos menos reivindicativos en las Islas?
A. S.: “La gente no se ha descomprometido más que en otros lugares, sino que Canarias tiene unas circunstancias muy singulares que afectan a los contextos reivindicativos y a cómo estos son interpretados, por los jóvenes y por los no tan jóvenes”.

- ¿Qué es lo peor de la universidad hoy?
A. E.: “Reivindico la necesidad de abrir más plazas. Mi área tiene una cantidad de créditos y de horas que nos obliga a todos a doblar. Entendemos el estado de crisis en el que estamos, pero la Universidad tiene un déficit de profesorado que ha de atender”.

A. S.: “La carga docente que tienen hoy los profesores es cada vez mayor. Las plazas de los docentes que se jubilan se amortizan y no se cubren, y también hay docentes de baja. ¿Y qué ocurre entonces con las labores de investigación o de dirección de tesis que ellos realizaban? Que recaen sobre el conjunto de los que estaban. Hay una tendencia a la sobreexplotación del docente y del investigador universitario”.

A. E.: “Es que si te sobrecargan de docencia dejas a un lado la investigación, porque no puedes hacer ambas cosas”.

A. S.: “No hay tiempo. Hay una carga de docencia tan alta que hasta dificulta la preparación de las clases. A eso hay que unir que las tareas investigadoras no son especialmente apoyadas ni económica ni académicamente, y no me refiero solo a esta universidad, sino en general en la universidad española. La única investigación potencialmente posible hoy es la que financian las empresas. Es decir, hay una investigación cautiva, porque es una investigación dirigida al interés específico de una empresa y que la universidad y la sociedad no podrán explotar. Pero, además, esto tiene otra vertiente. Y es que el profesor se ha convertido en un administrativo. Tienes una cantidad ingente de burocracia si participas en un proyecto o si propone un seminario. Esta sobreexposición a la carga docente y a las tareas burocráticas supone una reducción permanente de la investigación. Y la educación superior supone eso: investigación, docencia y transferencia de conocimiento a la sociedad. Sin esos tres pilares no hay nada”.