Para grabar el programa En tierra hostil no hace falta irse muy lejos. En las periferias de las ciudades occidentales hay unos escenarios estupendos para rodar todas las entregas que deseen. La trasera de la barra de cualquier barÃtimo bien pudiera servir para mostrar el suplicio en el que viven los camareros trabajando hasta dieciséis horas sin estar dados de alta en la seguridad social. O entrevistar a las limpiadoras de hoteles. PodrÃan hablar con las hijas de familias desahuciadas, o con los enfermos de hepatitis C. El confesionario tampoco estarÃa nada mal para adentrarse a oscuras en la hostilidad del acoso sexual a menores. Hay gente parada de larga duración que oscila entre la resignación o darse a la bebida blanca. Pero bueno, supongamos que los guionistas del programa quieran despejar balones y ver la hostilidad ajena.
Pues bien, efectivamente, en Venezuela hay una hostilidad terrible, sobre todo en la derecha venezolana que ha bloqueado el paÃs porque no reconocen que han perdido 18 procesos electorales. Pero también podrÃan irse a EE.UU., a cualquier barrio de su amado paÃs, o a ver el racismo armado hasta los dientes. PodrÃan irse a los campos y bases de entrenamiento de los marines que ocupan medio mundo. Rodar en los despachos de la CIA para ver cómo se programa la hostilidad irreversible en comunidades enteras. Y a Bruselas o Alemania para que vean cómo se las gastan los lobbys empresariales y los grandes especuladores financieros avasallando con total impunidad a eurodiputados para trapichear con los dineros, los alimentos, las subvenciones y los incentivos fiscales. Y ya que están en los despachos donde se fabrica la hostilidad, podrÃan informarnos de cómo se programa el hundimiento de paÃses enteros y de pueblos sumidos en la desesperación más absoluta. Pero no, no vende la raÃz de la hostilidad. Vende más la hostilidad en tierra mora, o sudamericana y pobre. Y como la derecha mundial ha puesto la diana en Venezuela, pues allà se van a comer de los Ãndices de audiencia. Por cierto, si quieren ver hostilidad, graben programas en las nuevas instituciones cuando entren los cargos electos de Sà se puede-Podemos a sentarse en los sillones de quienes llevan ahà toda la vida y creen que esa es su casa. A más de uno le va a dar un infarto.