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“Me voy a quedar como la Barbie”

   

Cristo

SYLVIA MADERO/FOTO:PATRI CÁMPORA

Cuando Cristina habla, su sonrisa imborrable transmite una fuerza arrolladora. Tiene 43 años, es chiquitita pero matona y la primera impresión que da es de ser algo tímida, pero tras unos minutos de conversación, no hay quien la pare.

El 16 de mayo hará un año desde que le dieron la noticia que le ha trastocado la vida. Siempre ha tenido bultos en su pecho derecho, así que no es raro que se explore cada cierto tiempo para comprobar que todo va bien. Un día descubrió un bulto debajo del pezón de su pecho izquierdo y se confirmaron sus sospechas: era cáncer. Qué palabra tan temida. “Cuando me lo dijeron, me cayó como un jarro de agua fría, se me vino el mundo encima”. Cristina solo podía pensar, más que en sí misma y en la que se le venía encima, en su hijo, un pequeño torbellino de dos años.

No terminó de asumir la noticia hasta que su médico, como dice ella, la puso en su sitio: “a ver, ¡que de esto no te vas a morir! Verás crecer a tu hijo, hacer la comunión, casarse… no tienes por qué preocuparte”. Así que se quitó esa idea de la cabeza y ni quiso leer los papeles del consentimiento de la operación para extirparle la mama afectada. “Para qué, ya me la iban a quitar, así que p’alante”. Confiesa que se sintió fuerte hasta que le dieron las primeras sesiones de quimioterapia ya que las cuatro primeras (cada 15 días) la tumbaban. “Me sentía como si me hubieran dado una majada de palos, todo me molestaba y estaba de mal humor. Además, todo lo que comía lo vomitaba. Ni mi niño me hacía levantarme de la cama, y eso que insistía muchísimo”. Pero, eso sí, a partir de la quinta, ya estaba más que acostumbrada. Las sesiones eran una vez a la semana y cuando las recibía en el hospital de día, a ella y a las demás pacientes “nos llamaban la atención, de la fiesta que montábamos”. E incluso las náuseas desaparecieron y recuperó el apetito: “subí 6 kilos a base de comer con gusto, ¡me comía dos platos de potaje para cenar!”.

Lo que peor llevó de todo el tratamiento fue perder el pelo “más incluso que perder el pecho, porque se me cayó de golpe, no me esperaba que fuera tan rápido. Me quedé hasta sin pestañas.” A base de ir a las sesiones de quimio y ver a “otras calvas como yo que ni llevaban pañuelo” se dijo: “si ellas pueden asumirlo ¿por qué yo no?”.

Ahora lleva puesto un expansor en la mama que le extirparon y está pendiente de la reconstrucción, además de tener que quitarse el otro pecho porque “el médico me dijo que tiene un 10% de posibilidades de reproducirse un tumor en él, así que, para prevenir, me lo quito. Cuando todo acabe, me voy a quedar como la Barbie, con dos tetas bien puestas, me bajo mis kilitos ¡y todas a la playa a hacer topless!”.

Confiesa que esta enfermedad le ha servido para conocerse más a sí misma, saber cómo de fuerte puede llegar a ser y, sobre todo, a las personas que tiene a su alrededor. “Gente de la que no esperaba nada me ha sorprendido muchísimo (¡imagínate que una conocida mía me llevó incluso una compra a casa cuando no podía moverme de la cama!) y otros con los que creía que podía contar me han decepcionado, dándome la espalda cuando más los necesitaba”. Añade que “esta enfermedad hay que vivirla con naturalidad” y no se esconde ni de su hijo, quien ya le ha visto sin pecho y no duda en “ponerme crema en la cicatriz porque ‘mami tiene la tetita mala y hay que hacerle sana, sana’”.

El cáncer le ha cambiado la vida. “Los problemas de antes los mando al carajo y pienso en lo realmente importante. Ahora, cada día, tengo más ganas de hacer cosas nuevas, de exprimir el momento.” Se queda con el apoyo que ha tenido, el grupo de amigas que ha hecho gracias a Ámate, con quienes se pasa el día wasapeando y haciendo planes. Y da un consejo a todas aquellas mujeres que tengan que enfrentarse a esta enfermedad: “hay que asumirla cuanto antes, si te toca, te tocó, de esto no te vas a morir. Ser positivo, buscar apoyo de la familia y de asociaciones y luchar”. Porque, como bien dice, “a mí me falta una teta, pero aquí estoy: para atrás, ni para coger impulso”.