En el calendario romano los idus de marzo caían el 15 de ese mes. Los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre y los días 13 del resto de los meses. La fecha es famosa porque Julio César fue asesinado en los idus de marzo. Lo más extraordinario es que un invidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día iba al Senado, llamó al invidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado”; a lo que el invidente contestó compasivamente: “Si, pero no se han ido”. En mis años en el transporte aéreo he creído en los idus de marzo, pero siempre me he encontrado algún invidente por el camino que me advertía del peligro. Hispania, Air Europa, Oasis International, Centennial, Air Madrid, o Airclass, en todas he encontrado sonrisas de los hombres que no eran más que puñales. Y cuanto más cercanos eran hacia mi persona, más sangrientos. La primera vez que viví de cerca el “pinchazo de teléfonos” fue en Oasis. Nos solemos reir del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros. La desaparición del transporte aéreo privado español no ha sido debido solo a los errores cometidos, sino también por las luchas intestinas y las traiciones. Debemos desconfiar por sistema unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición, y no siempre es así. Cuando hablo de traiciones siempre vienen a mi memoria personajes como Javier Taibo, Fortunato Lazarán, Román Pané y Andrés Negre. No sé por qué no seguí el principio de si te quejas de traiciones búscame enemigos a los que pueda odiar, que es lo que pide el traidor. Tengo la convicción de que el traidor es el vencido y el leal es el que vence, pero a veces los daños colaterales son importantes. No puedo tener por principio piedad por el culpable de traición, porque sería también una traición para el inocente. En fin, que recuerdos, luchas, luchas, sigues luchando y las sonrisas de cuchillo afilado continúan cerca de ti esperando tu espalda para que sin piedad hagan sangre, sin importarles tu vida o la de otros que se verán afectados por tan gran injusticia. Pero al final uno se rinde cuando viene a su mente una frase de Mario Benedetti; “La muerte es una traición de Dios”