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Un nuevo Campus de la Salud

   

Las infraestructuras que albergan los estudios sanitarios arrastran múltiples carencias desde hace años. / DA Las infraestructuras que albergan los estudios sanitarios arrastran múltiples carencias desde hace años. / DA
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Las infraestructuras que albergan los estudios sanitarios arrastran múltiples carencias desde hace años. / DA
SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Se llama Campus de la Salud, pero no lo es. Los estudios de Medicina, Fisioterapia y Enfermería de la Universidad de La Laguna (ULL) están físicamente cerca unos de otros, pero en la práctica se encuentran muy alejados. El crecimiento arquitectónico siempre ha estado sujeto a un estado de provisionalidad, lo que ha favorecido que el espacio sea inconexo. El Plan Director, presentado recientemente a la Junta de Facultad, demuestra que el espacio que conforman las antiguas facultades -desde la fusión de centros todas pertenecen a la Facultad de Ciencias de la Salud- presenta importantes deficiencias. Los arquitectos que firman el proyecto recomiendan derribos y rehabilitaciones valorados en algo más de 24 millones de euros. El cálculo supone todo un reto para el catedrático que acceda al cargo de rector en las próximas elecciones.

La primera fase de la Facultad de Medicina comenzó a construirse el 19 de febrero de 1971, cuando el Consejo de Ministros aprobó las obras por un importe de 99 millones y medio de pesetas. Se realizó en tres fases: la primera, a partir de 1972, que incluyó las dependencias de Secretaría y Decanato, la biblioteca, el animalario, la cafetería, un aulario con tres módulos de dos aulas cada uno y los pabellones de ciencias; la segunda consistió en añadir una nueva planta a los pabellones de Ciencias Básicas y se completó durante el curso 1979-80; la tercera se inició en 1980 y se centró en la construcción de un edificio destinado a Medicina y a la Escuela Universitaria de Enfermería.

Emilio Sanz, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, reconoce que el gran deterioro de las instalaciones ha hecho que reformar no sea una opción. “Cuando llueve mucho, como en el temporal de octubre, lo pasamos muy mal: en esa ocasión se nos inundaron 15 despachos y perdimos mucha documentación”, lamenta. Según los cálculos de los expertos, solo “arreglar lo que está mal” exige una inversión de 18 millones de euros, es decir, más de la mitad del presupuesto total para la rehabilitación completa.

A su juicio, las dos infraestructuras de la Universidad de La Laguna que demandan una actuación más inmediata son las que albergan titulaciones sanitarias y Educación. El abandono ha generado una situación similar a la que se vivió con la antigua Facultad de Bellas Artes, que llegó a estar en una situación tan ruinosa que hubo que construir una nueva.

Estos tiempos, sin embargo, son más complejos. La crisis ha hecho que la inversión en universidades sea prácticamente inexistente. La prueba más evidente es que el todavía rector de la ULL, Eduardo Doménech, suprimió hace tiempo el Vicerrectorado de Infraestructuras. Sin embargo, el plan no se ha hecho para que muera en el cajón de un despacho. La deuda que mantiene la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, y que ha sido reconocida en los tribunales, es de 27 millones de euros. “Daría para cubrir las obras”, dice Sanz.

El proyecto estima que la realización se culminaría en cinco años, lo que obligaría a un desembolso de algo menos de cinco millones anuales.

Todo bajo un mismo techo
Una de las carencias más latentes del desorganizado campus de la Salud es que cada edificio funciona de forma autónoma. “No existen elementos de conexión que articulen las diferentes edificaciones que, si bien tienen personalidad propia, funcionalmente sí están relacionados. Esta circunstancia queda patente entre las edificaciones pertenecientes a la antigua Facultad de Medicina, laboratorios y el hospital”.

En ellas se realizan funciones de estudio y análisis, íntimamente ligados con el funcionamiento del hospital. Sin embargo, no existe una conexión directa entre ellos, sino más bien todo lo contrario, propiciado por una mala ubicación de los diferentes edificios y por la creación de elementos urbanos que en lugar de integrar, separan.

Lo mismo ocurre entre la Facultad de Medicina y la Escuela de Enfermería y Fisioterapia: se encuentran separadas físicamente, no mantienen un vínculo que propicie una relación entre sus usuarios. Esta distancia hace que los estudiantes de un centro no acudan a otro a un coloquio o interactúen con sus compañeros de otras titulaciones. Además, la existencia de barracones de uralita y hormigón no permite aprovechar el espacio. El área actual del campus es equivalente al del Hospital Universitario de Canarias, que se encuentra anexo, pero como no hay crecimiento en altura hay muchos profesores que ni siquiera cuentan con despacho y han de atender a los alumnos en los pasillos.

El masivo uso de vehículos es otro problema destacado en el informe. El plan propone construir un aparcamiento subterráneo y aboga por impulsar el uso de la bicicleta.

Para los arquitectos, el crecimiento del campus parece responder a un criterio de “provisionalidad inquietante”. El diagnóstico general sobre el estado del conjunto edificatorio, pero especialmente de Medicina, es contundente: “No es digno de la función que alberga”. El plan apuesta por rehabilitar el edificio que en estos momentos alberga las facultades de Enfermería y Fisioterapia, y por convertirlo en la infraestructura principal del nuevo Campus de la Salud. En él se ubicarán principalmente las estancias administrativas como el Decanato, los despachos de los profesores, un salón de actos y aulas para ocasiones y eventos.

El proyecto está articulado para desarrollarse en once fases que durarán entre cuatro y cinco años. Durante este tiempo se derribarían algunas de las instalaciones existentes y se construirían laboratorios, varios aularios, una biblioteca central, una cafetería, un aulario práctico, un auditorio exterior y un edificio multidisciplinar.

Debido a la envergadura de la actuación y a la necesidad de compatibilizar el funcionamiento del Campus de la Salud con las obras, las etapas permiten la progresiva renovación y rehabilitación del Campus de la Salud, para que afecten lo menos posible al funcionamiento de las facultades y laboratorios.

Emilio Sanz sabe que el plan no es una garantía, pero confía en que la suerte y la justicia estén de su lado. El nuevo rector o rectora que acceda al cargo en breve se encontrará con el reto de hacer realidad este plan. Igualmente, el próximo consejero deberá apañárselas para solventar las deficiencias de estos estudios.

Eso sí, esta vez hay una sentencia judicial de por medio que juega a favor de la Universidad lagunera.