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Por soleares – Por Ramiro Cuende Tascón

   

Cuando escribo no se han celebrado las tan idas y venidas elecciones, lo que escribo es una aproximación a lo que mañana decida Andalucía para y por sí misma, y para vivir en este país llamado España, del que ya en el siglo I el geógrafo Estrabón dijo: “Los iberos viven en pequeñas comunidades, porque su orgullo les hace imposible reunirse en una sociedad grande y fuerte”.

Como siempre ganarán todos. En este mundo político en el que existen universos internos que viven al margen de la realidad, y de la legalidad. Para esto último me basta con oír a Montoro explicando desde su atril ministerial, con su absolutismo verbenero, las cosas del pepé y los dineros. Dirige su tenderete como su hacienda privada, a su libre albedrío; ya sea para no colaborar con la justicia de la mano de la súper funcionaria García, o, insultar a la sensibilidad equiparando al pepé con Cáritas, en este caso, gracias a los Menéndez. Eso sí, la política no influye en Santiago y Rogelio, no cabe en la conducta de un católico practicante. En estas urnas andaluzas, 245.202 lo harán por primera vez. Como le contaba, en este avieso mundo partitocrático, una abultada derrota se puede convertir por arte de magia en una victoria. El paradigma del milagro se llama Arenas, que no se ha comido nunca un rosquete, pero lleva toda la vida viviendo del buen rollito como si hubiera ganado siempre. A este le pasa, como a Cospedal, Floriano, Aguirre y a la santa compaña.

Ha sido una campaña distinta, por la figura de las nuevas ofertas electorales; la candidatura de los que pueden menos de lo que parecía, de la mano de una mujer morena y abrazada a sus convicciones, pero que en opinión del que suscribe parecía no saber lo que tenía que contar, salvo las consignas tertúlicas, y, la otra, la de los ciudadanos. Por fin ponen a cada cual en su sitio, puesto que por más que le pese al celta presidente, ni unos son un pepé light que no sabe lo que hay que hacer porque no lo ha hecho antes, pobre y plasmosa reflexión de quien no dice más pobrezas porque no sabe y se esconde, ni los otros son lo que dicen ser. Se ha creado una nueva tarta política que por fin se divide en cinco, dos a un lado y dos al otro, con las urnas haciendo de fiel de la balanza.

Si el cretinismo oficialista y la bichada acción política nos permitieran de una vez por todas mirar al horizonte sin trabas ni complejos, más algo de lectura que podría empezar por los huesos de Cervantes, por ejemplo El licenciado vidriera, otro gallo cantaría, y olé.