Dentro del cumplimiento de mi pretensión habitual, que gratamente ha sido reconocida por ustedes y quiero aprovechar para mostrarles mi mayor agradecimiento, continúo con este propósito de dar a conocer las pautas para la prevención y mitigación de los riesgos de delitos y hoy me gustaría hablarles de los secuestros. El tema ha venido propiciado por el reciente aumento de los secuestros virtuales, aunque en realidad se trate más de una estafa telefónica donde previamente se recopilan datos personales que darán base y veracidad al secuestro inexistente, después realizarán la llamada que se prolongará todo el tiempo que sea necesario para evitar que se hagan comprobaciones sobre su certeza y consumar el pago, por esa razón prefieren bajas transacciones de dinero y múltiples victimas. Durante la llamada es habitual oír lo que le puede parecer la voz del secuestrado con frases como “¡Me van a matar, papá! ¡Ayúdame!”. Puede conllevar una posible variante, que consiste en que, en el momento del pago, la persona que lo efectúa es secuestrada para asegurar un segundo rescate.
A comienzos de este siglo, la ONU se mostró muy preocupada por los datos que mundialmente obtenía en lo relativo a los secuestros, hecho que definió como el detener ilícitamente a una persona o personas en contra de su voluntad con la finalidad de exigir por su liberación un provecho ilícito o cualquier utilidad de tipo económico u otro beneficio de orden material, o a fin de obligar a alguien a que hiciera o dejara de hacer algo. Los secuestros, normalmente, están relacionados con otras operaciones delictivas como el tráfico ilícito de armas de fuego, el blanqueo de dinero, el tráfico ilícito de drogas, la trata de seres humanos y delitos relacionados con el terrorismo. En cuanto a sus fines, hay varios: con fines de extorsión, para exigir una suma de dinero, influir en decisiones empresariales u obtener una ventaja comercial; con fines políticos o ideológicos, cuyo objetivo puede ser destacar una reivindicación particular, crear una atmósfera de inseguridad (o reforzarla), obtener publicidad o influir en decisiones de gobiernos u otras entidades; con fines de explotación sexual, que puede incluir el contrabando posterior de las mujeres y los niños a través de las fronteras nacionales; también están los realizados entre grupos delictivos, o dentro de ellos con el fin de cobrar deudas u obtener ventajas en un mercado delictivo particular o con fines de intimidación, o vinculado a disputas familiares o domésticas, lo que se suele conocer como rapto. Es habitual también el secuestro en el curso de otras actividades delictivas, normalmente para facilitar la adquisición de determinados productos, generalmente en el curso de un robo o el secuestro simulado o fraudulento en que la víctima actúa conjuntamente con otros o sola para obtener algún beneficio material o de otro tipo. Suele ocurrir que incluso entre los grupos se produce la venta de la víctima de un secuestro a otro grupo igualmente motivado que luego negocia el pago de un rescate.
En Europa tienen especial incidencia el llamado secuestro expreso, en que la víctima es secuestrada durante un período corto pero suficiente para obtener alguna concesión o ganancia financiera y el ya comentado secuestro virtual.