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Superstición – Por Wladimiro Pareja Ríos

   

Iba yo tan feliz por la calle cuando de repente un gato negro se me cruzó por delante, ya me puse de malhumor porque supe que mi suerte había cambiado; cada cosa que ocurrió este día se lo atribuí, por supuesto, al hecho del gato. Si además de eso juntamos que derramé la sal, que se me rompió un espejo y que pasé por debajo de una escalera, mi perspectiva de futuro es poco halagüeña”. Definimos la superstición como la creencia de que un determinado fenómeno tiene una explicación mística sin ninguna base científica. A esto, nosotros añadimos que los hechos que ocurren después, inmediatamente quedan asociados y explicados por el primero, perdiéndose la relación causa-efecto que hubo en un principio. Pongamos el caso de pasar por debajo de una escalera, en sí mismo no tiene por qué significar mala suerte, a no ser que haya un pintor enjalbegando la fachada de la casa y por lo tanto que en la memoria popular haya quedado asociada que nos podemos manchar de pintura; otro caso es el que se derrame la sal, que tiene sus posibles orígenes en una época donde existía carencia de la misma y en los castigos que el señor afligía a sus sirvientes al derramarla por no tener cuidado, tratándose de un producto caro y escaso. Hay que señalar que la superstición también esta asociada a lo positivo: “llevé la estampita de… al examen , o me puse mi blusa de la suerte, cruza los dedos…”. En este caso, recomendamos estudiar más, para que no dependa del azar o de la supuesta fuerza de la estampita mi aprobado o mi suspenso. Todo esto queda explicado por la teoría de la profecía autocumplida o efecto Pigmalión, que viene a decirnos que la creencia que tenemos sobre alguien (o algo), acaba cumpliéndose. Lo sorprendente es que, buscando seguridad y control, la persona supersticiosa tiende a sentirse permanentemente amenazada, por ello y para evitar que ocurran posibles desgracias, usa los rituales como antídoto. De esta manera, por ejemplo, es posible revertir la mala suerte provocada por derramar sal tirando sobre el hombro izquierdo más sal. Proponemos en estos casos utilizar el sentido común, no dejándonos dominar por el miedo y evitar los rituales: veremos que no ocurre nada malo -y si ocurriese estará motivado y explicado por otros motivos diferentes a la superstición. Porque los rituales hacen perder mucho tiempo y gasto de energía, aprendámonos a reírnos de nuestras falsas creencias y pensamientos: la superstición se irá debilitando en la medida en que no sucumbamos a ella.

*Psicólogo
wladimiropareja@gmail.com