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Brote psicótico – Por César Martín

Robé las dos palabras la misma tarde que habían tocado a mi puerta casi por casualidad. Admito que no fue un acto honroso, cierto es, pero me hacían falta justo esas dos, esas precisamente porque no podían ser otras. Eran las necesarias e indispensables para terminar de completar lo que venía creando. No piensen que no había probado con otras, claro que sí, y algunas no quedaban mal, también es verdad, pero la que no fallaba por la rítmica se desmembraba en la semántica. Son caprichosas las palabras de nuestra lengua, tan simples en ocasiones y tan retorcidas en otras. Ahora, les digo que estas que sisé eran maravillosas, un auténtico prodigio del español, con una sonoridad y significado más allá de lo común. Tal es así, que estaban consideradas piezas de coleccionista; descatalogadas del Diccionario de la lengua española, habían pasado a formar parte de la antología privada de un comerciante francés aficionado a la literatura y al agua de sifón, que a buen recaudo las guardaba en su casa terrera de Taborno.

Fue en este enclave de donde extraje los vocablos, colocándolos con sumo cuidado en un pañuelo de seda tailandesa para evitar que se estropearan. De aquel día la historia a relataros renuncio, ya que los detalles solo enturbiarían, aún más si cabe, la imagen de ladrón que ya he generado con semejante anuncio. Sólo añadiré que no fue fácil, que hubo aventuras y amoríos, como en cualquier historia épica, aunque en esta, el amor fue imposible y este héroe venido a menos que aquí les relata, apenas pudo quedarse con el tesoro arrebatado al gabacho, que fue lo único que consiguió salvar de tanto descalabro. Eso sí, logré completar mi creación, rematando los versos incompletos con estos preciados términos. Jamás había compuesto una pieza igual y puede que nunca llegue a repetir semejante hazaña. Esto era algo inigualable, quién sabe, a lo mejor podría pasar a ser una de las joyas de la literatura y convertirse en un clásico de esos que aparecen en los manuales. Miedo me da. ¿Yo convertido en un autor de prestigio? No sé si podría soportar la responsabilidad. Por eso decidí guardar el poema en una nuez y soterrarla en un lugar de la isla de cuyo nombre no quiero acordarme.
@cesarmg78