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Crónica de la imbecilidad – Por Andrés Chaves

1. Siempre he dicho que quien a hierro mata no puede morir a sombrerazos. Dos políticos de pacotilla, Pedro F. Arcila y J. M. Corrales, se han pasado la vida, en vez de trabajando, acusando a los demás y llamando corruptos a tirios y a troyanos. Los dos han caído en el saco de la presunta corrupción. Uno, Pedro F. Arcila, está acusado de malversación de caudales públicos y de falsedad en documento oficial por unas facturillas en Granadilla de Abona. Y Corrales, el gran Corrales, el honesto Corrales, martillo de herejes, resulta que cobró indemnizaciones mensuales de 1.000 euros, supuestamente chimbas, desde octubre de 2011 a diciembre de 2013. Un pico, oiga. A Arcila no lo quiere ni Podemos, que ya es decir; y a Corrales, que ha cambiado de partido cuatro o cinco veces, tampoco lo quiere nadie ya. No valen ni para un derribo.

2. Esta es la crónica de la imbecilidad. Estos dos, como López Aguilar, como algunos más, creen que la esencia de la política es acusar de forma permanente, machacona y sin piedad a los demás. El maestro de esto es el tal Martín, el concejal del anti Urbanismo de Santa Cruz. Son los del “no a todo”, que nunca se equivocan porque no hacen nada. Bueno, Arcila y Corrales, sí que hicieron algo, por lo que se ve, porque dos juezas los ha empurado. Y L. Aguilar, veremos, pero lo tiene crudo el nota.

3. Dice el refrán: “Por la boca muere el pez”. Critican con saña a los demás, pero nunca se miran a un espejo. Incluso Arcila se oponía a que el Ayuntamiento de Santa Cruz distinguiera a personas que han hecho mucho por Tenerife; justamente al contrario que él. No voy a dar nombres, el que quiera que los busque. Ahora, como a los cochinos, les llega su sanmartín. Sí, gritan al mundo su inocencia, pero ellos no escuchaban los gritos de inocencia de quienes llevaron al paredón. Por eso digo que esta es una crónica de la imbecilidad. Como mínimo.
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