Democracia frente a desafección – Por Román Rodríguez

Múltiples factores han desencadenado una mayoritaria desafección hacia la política, los políticos y las instituciones. La crisis económica ha sido su catalizador. Por las políticas neoliberales que han supuesto importantes daños sociales en el período reciente con más desempleo, cierre de empresas, reducciones salariales, mayor pobreza y un significativo retroceso de los servicios públicos; mientras, se incrementaba el número de millonarios: sacrificio y sufrimiento para la mayoría, beneficios para unos pocos.

También han ayudado mucho a esa percepción negativa de la política, por parte de la ciudadanía, los escándalos de corrupción en algunos partidos e instituciones (casos como los de Bárcenas, los ERE, las tarjetas black, Rato…), la perversa mezcla de política y negocios y las decisiones tomadas para el lucro personal o partidario. El último episodio, las jugosas asesorías realizadas por los entonces diputados Federico Trillo y Martínez Pujalte a empresas constructoras que trabajan para administraciones públicas.

Pero la crisis y la corrupción no son los únicos elementos a considerar. La mala gestión, la ineficiencia, las infraestructuras injustificadas, el despilfarro y las decisiones partidistas interesadas también desprestigian la política. Las hemos visto en las elecciones de los altos órganos del Poder Judicial o en el acuerdo de PSOE y PP sobre la información a publicitar por el Congreso sobre los viajes de los diputados. O, más cerca, con la reciente elección partidista del nuevo Consejo Rector de Radio Televisión Pública Canaria (RTVC).

Asimismo, contribuye mucho al desánimo ciudadano y a su percepción negativa de la política, la convicción social de que son oscuros intereses económicos los que realmente están marcando las políticas a seguir por los gobiernos de los distintos estados; llegando incluso al extremo de poner o quitar gobiernos, como sucedió en Italia y Grecia, secuestrando la política y despreciando a los ciudadanos y ciudadanas. En ese marco se viene produciendo un relevante crecimiento de las organizaciones populistas en Europa. Muchas de ellas vinculadas a la extrema derecha, el racismo y la xenofobia, aunque afortunadamente no sucede así en el caso español. Todas, al margen del signo ideológico, con análisis simplistas de los problemas más complejos y de sus soluciones.

Política

Resulta imprescindible profundizar en la política con mayúsculas, en la buena gestión de lo público para favorecer a la sociedad, y no a privilegiadas minorías, aumentando su peso en la toma de decisiones en los parlamentos y su vinculación con la ciudadanía. También hay que impulsar las consultas ciudadanas, fortalecer los sistemas democráticos e incrementar su independencia frente a los intereses privados y particulares. Además de mejorar sustancialmente los sistemas electorales, especialmente en Canarias que tiene el más injusto y desequilibrado de España y Europa. En suma, mejorar la democracia.

Además, los programas electorales no pueden ser un mercadeo, una lista de promesas irrealizables. Por ejemplo, las decenas de miles de empleos, que plantean algunos estos días, o la curiosa combinación de bajadas de impuestos y aumento de prestaciones de los servicios públicos y de las infraestructuras.

Por otra parte, los ciudadanos tienen que tener reconocidos por las leyes sus derechos ante los poderes públicos y deben proporcionárseles los medios para ejercer su derecho de información y control sobre dichos poderes. Las recién aprobadas leyes de transparencia estatal y canaria, así como la reforma del reglamento del Parlamento canario, suponen un paso en la buena dirección.

Proponemos una serie de medidas para mejorar la transparencia y el control de partidos e instituciones. Entre otras, establecer mejores controles sobre los procesos de contratación administrativa, sean de servicios o de obras. Estrechar la vigilancia sobre el planeamiento urbanístico y territorial. Fortalecer las unidades policiales y de Hacienda dedicadas al control y persecución de los delitos económicos. Y endurecer la legislación sobre la financiación ilegal de los partidos, prohibir las puertas giratorias y endurecer las incompatibilidades. Asimismo, hay que hacer más dura la legislación sobre el enriquecimiento ilícito de los cargos públicos y dar a conocer los préstamos bancarios que tienen los partidos, prohibiendo la condonación de su deuda con los bancos.

Gravedad

En nuestro programa señalamos que la respuesta a los casos de corrupción, que degradan la convivencia democrática y sus instituciones, tiene que partir siempre del análisis de cada caso concreto y de su gravedad. De la comprobación de que, en cualquiera de sus formas, ha habido una utilización del poder para beneficiar intereses particulares frente a los generales. No puede, por tanto, depender del momento procesal, ni de la apertura del juicio oral, sino de la gravedad de las conductas. Destacamos que es la gravedad de los hechos la que obliga a apartar de la vida política a quienes hayan abusado de la confianza de la ciudadanía, aunque no exista denuncia judicial. Hacer depender la respuesta del estado de la tramitación procesal, puede llevar a situaciones arbitrarias e injustas. Puede haberse convocado juicio oral sobre hechos que difícilmente pueden calificarse de corrupción y, por contra, demorarse hasta el infinito el proceso judicial sobre casos cuya suma gravedad está a la vista desde el primer momento.

Nuestro compromiso es explícito: tolerancia cero ante la corrupción, distinción conceptual entre responsabilidad política y judicial, y exigencia de responsabilidades políticas en función de la gravedad objetiva de cada caso, sin depender del estado de la tramitación procesal, ni del color político de quienes hayan traicionado la confianza de los ciudadanos. Todo ello desde la intransigencia absoluta con quienes se aprovechan de su presencia en las administraciones para su beneficio personal o el de terceros.

*DIPUTADO EN EL PARLAMENTO CANARIO Y PRESIDENTE DE NUEVA CANARIAS