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Dolorosas chicharreras – Por Joaquín Castro San Luis

La Semana Santa chicharrera cuenta entre sus desfiles procesionales con dos Dolorosas, que han salido de las manos de grandes artistas, Luján Pérez y Miguel Arroyo. Ambas procesionan el Viernes Santo, una de la parroquia matriz de la Concepción y la otra de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar. Dos joyas de nuestros templos y vivos exponentes de nuestro acervo cultural canario.

La Dolorosa de Luján Pérez, que se venera en La Concepción, es una de las obras cumbres de este imaginero. Cara de dolor en su rostro, tristeza de una madre que llega al Monte Calvario y ve a su hijo muerto en una cruz entre dos ladrones. Luján Pérez (1756) nace en Guía de Las Palmas de Gran Canaria. Vivió largas temporadas en Tenerife, principalmente en La Laguna, donde se respiraba más fervor religioso. Genial representante de la escultura barroca canaria. Se puede apreciar en el paso procesional en su trono de plata de los orfebres canarios, buena escuela lagunera, por las calles santacruceras entre olores a incienso y retamas que la adornan. Siempre flores blancas. Luján Pérez entre otras imágenes esculpió la Virgen de la Gloria de La Orotava, San Juan Evangelista de la misma Villa, así como La Dolorosa de Tejina y Santa Catalina de Alejandría de Tacoronte. Miguel Arroyo es el autor de Nuestra Señora de las Angustias, que se venera y procesiona desde la parroquia del Pilar. Imagen de gran devoción en el pueblo chicharrero. Siempre ha sido uno de los pilares de devoción en nuestra capital. Ha sido llamada la Virgen Republicana. Su recorrido es el tradicional. Baja por la calle de Emilio Calzadilla, en recuerdo de este alcalde de Santa Cruz quien pagó de su bolsillo la banda de música municipal, ya que las arcas del Ayuntamiento no contaban con efectivo, y ésta agradecida y sabiendo los gustos del alcalde por la ópera y ser Viernes Santo, al llegar la procesión frente a una famosa librería entre Villalba Hervás y San José, en cuya trastienda se reunían los republicanos, interpretaron el Adiós a la vida, de Tosca de Puccini. Tradición que se cumple cada año en el mismo lugar, en recuerdo de aquellos hombres que pese a sus ideologías eran fervorosos de la Virgen de las Angustias.

Hoy día es la procesión del recuerdo de las familias de esta ciudad, que se unían para acompañar a la soledad de María un Viernes Santo al mediodía. Muchas de las jóvenes lucían la mantilla española que daba esplendor y belleza a esta procesión.

Miguel Arroyo quiso que la posteridad le recordara en esta imagen y grabó en su pecho la siguiente leyenda: “Miguel Arroyo la hizo y dio a la Iglesia del Pilar, siendo Beneficiado Don Carlos Benavides. Año 1804”. Este beneficiado había querido llevársela a La Concepción, y por ese motivo dejó el citado mensaje, para que nunca saliera de la iglesia del Pilar. Como anécdota se cuenta que la cara de la virgen está inspirada en la de su hija, llamada Angustias.

Otra de sus obras es la talla de la Virgen de Candelaria que se venera en la parroquia de La Concepción de la capital tinerfeña.

Dolorosas de facciones bellas, de grandes mantos de terciopelo negro, sin joyas que las adornen, sobrias, en tronos de plata, joyas de nuestros tesoros tinerfeños en la Semana Santa que recorren una vez al año la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, esparciendo salud al pueblo y, por encima de todo, cumpliendo la tradición.