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En defensa de nuestros mayores – Por José Alberto Díaz Domínguez*

En nuestra sociedad aborigen, los mayores eran respetados y venerados hasta el punto de que su opinión, tenida por sabia, dada su experiencia, era respetada y su voz se hacía oír, en los tagorores, por encima de cualquier otra. Los tiempos han cambiado y, lamentablemente, se han perdido en Canarias algunos aspectos que, hasta hace bien poco, fueron definitorios de nuestra cultura y nuestro orden social. Uno de ellos es el respeto a nuestros mayores. Es evidente que no se puede generalizar y que aún en muchos entornos y familias, se sigue dando a los más viejos de la casa, un lugar preeminente en ella, y se les sigue tratando con cuidado y cariño. Pero los tiempos han traído consigo, también, muchas nuevas costumbres y han arrinconado, en ocasiones, a quienes tanto han aportado a esta sociedad nuestra.

Nuestros padres y abuelos han vivido en épocas nada fáciles y han sobrevivido a ellas porque su capacidad de adaptación y resiliencia es infinita. Han vivido, también, cambios muy rápidos y drásticos en su entorno, para los que seguramente no estaban preparados, pero que han abordado con inteligencia y resolución. Han emigrado y han vuelto, en muchas ocasiones, con las manos vacías porque la tierra prometida de América no pudo ser generosa con ellos. Han mantenido a sus hijos para darles un futuro mejor y ahora han visto como sus pensiones son el único sustento para sus nietos. Han hecho de cuidadores cada día, han sido consejeros, apoyo y consuelo en estos tiempos difíciles. Y, habiendo sobrevivido a la guerra, se han encontrado, muchas veces, con que todo su trabajo no ha servido de mucho cuando se trata de sobrevivir a las dificultades de sus descendientes, pues no hay mayor tragedia para un padre o una madre que ver a sus hijos sin esperanza.

Por estas cosas y por muchas otras merecen todo nuestro respeto, cariño y admiración. Merecen nuestra consideración más absoluta y ser tenidos en cuenta como valores seguros para nuestra sociedad, que tan necesitada está de guías y de buenos ejemplos.

Confieso que no puedo dejar de indignarme cuando escucho o leo cosas como que acuden a los actos electorales a comer bocadillos, o que se les engaña. Tratar a nuestros mayores como incapaces, como gente sin voluntad o criterio, como hombres o mujeres ignorantes, me causa una mezcla de pena y rabia. Pocos de nosotros, de los que hemos estudiado gracias a ellos y ellas, mostramos, a diario, tanto sentido común y tanto criterio como lo hacen nuestros mayores. Pensar otra cosa es estar muy alejado de la realidad, o ser muy malintencionado. O ambas cosas.
Nuestros mayores tienen, aún, cualidades, que nosotros hemos olvidado por el camino, como la paciencia o la tolerancia. Y debemos aprovechar que las tenemos a nuestra disposición gracias a su generosidad.

Nosotros, en Coalición Canaria, sabiendo que por ser nacionalistas se nos debe exigir que hagamos más por la gente de esta tierra, estamos convencidos de que nuestros mayores no solo son útiles, sino también capaces de lo que se propongan.

Concretamente en La Laguna, estamos trabajando por ellos y con ellos. No solo homenajeándolos, que también, porque se lo merecen más que nadie, sino buscando espacios de convivencia, integrándolos en programas como Acércame, como Mujeres en la Playa, con el apoyo a los centros de mayores y a sus actividades. Y vamos a seguir haciéndolo, creando lugares para el esparcimiento y el encuentro y haciendo de su experiencia un pilar fundamental para el desarrollo de nuestros proyectos. Ahora y en el futuro.

*Candidato de Coalición Canaria a la Alcaldía de La Laguna
@josealbertodd